Al subir, hay más panorama para ver

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Publicado en Amor, La Pareja

Al tratar de ayudaren la relación de pareja se nos enseñó una comparación muy sencilla que nos ha permitido ver un aspecto que, por lo general, dejamos pasar por alto.

Sucede tanto a hombres como a mujeres: es la magia del primer encuentro, la primera conquista. Cuando ésta se pierde, puede volver infiel al hombre o la mujer; y esa condi­ción de infidelidad se mantiene, independientemente de las cualidades de la pareja y de la complementariedad espiritual por ella representada.

Todos hemos experimentado aquellas sensaciones vivi­das cuando nuestra conquista se ve cristalizada en alcanzar lo esperado. Pero, por lo general, sea cual sea la causa, esa vivencia se convierte en rutinaria y se deja perder el encanto que contiene.

Se pierde el interés porque ya no hay nada por descubrir, porque el encanto no se repite, porque toda esa magia sólo se puede tener de nuevo con otra persona. Y comienzan el juego de buscar esas sensaciones vividas alguna vez, pero ya dejadas de sentir hace rato.

Ese juego se convierte en una permanente búsqueda de emociones en el primer nivel. Y lo decimos así porque en pri­mer lugar se ha quedado fijado a la parte sensual, a lo más animal del ser humano; y en segundo lugar porque se pierde todo el contenido espiritual encerrado en la vivencia de la se­xualidad, no del sexo.

Y está bien, hay magia al conquistar el primer peldaño de una escalera; pero cuando nos atrevemos a ir subiendo pel­daño a peldaño, llegará el momento para darnos cuenta cómo cada vez estamos más altos, más arriba.

En el nivel físico, del sexo, tal vez no haya diferencia en­tre pasar del peldaño ciento treinta y siete al ciento treinta y ocho; pero indudablemente, la vivencia en el nivel de la se­xualidad, cada ascensión nos permite elevarnos más del suelo, tener mayor perspectiva de observación de la vida y estar más cerca de Dios.

Además, la sexualidad, no el sexo, es un elemento de crecimiento, en lo espiritual, para muchas doctrinas orien­tales. Ellos viven la sexualidad en otro nivel, mientras en oc­cidente nos quedamos en el nivel bajo, en las sensaciones de la carne, en la pasión.

Pero, si nos atrevemos a buscar la armonía de esa ener­gía espiritual sensible en la pareja, ya no habrá rutina; retor­nará la magia y se vuelve a producir la química de los prime­ros trofeos de la conquista.

Con relación a la salud, ésta se obtiene cuando la ener­gía está circulando en equilibrio. Si una de las energías se desequilibra o se estanca, todo el sistema se resiente y apa­rece la enfermedad. Un vehículo de tracción que emplee seis llantas, no puede funcionar bien si una sola de ellas se desinfla o se frena, así las otras cinco permanezcan en per­fecto estado.

Efraín Lesmes Castro

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