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El futuro, depende de hoy, no del ayer

A veces nos encontramos con personas arrastrando hoy toda la carga acumulada a lo largo de su tiempo de vida. Se escuchan lamentos con referencia a las cosas más intrascendentes, insignificantes. Y por haber aparecido en el momento más inoportuno, se convierten en el eje de toda su existencia.

Para la persona ante una situación incómoda, el hecho es dramático, aunque para todo el mundo sea trivial. Pero, bastará con cambiar la condición interior para poder darle a las cosas su valor absoluto –real–.

Reflexionemos entonces acerca de un tronco encontrado a la orilla de cualquier camino, ya medio podrido, casi inservible, como condición normal del deterioro lógico de un árbol a la intemperie.

Hoy podemos tomar el tronco y recuperar todo lo remanente en él, con independencia de la condición encontrada, porque en última instancia, podemos emplearlo como abono orgánico para dar vida a otros árboles.

Y con lo recuperado del tronco podemos hacer desde una obra de arte (por ejemplo: un juego de ajedrez miniatura con figuras perfectas), pasando por objetos útiles (por ejemplo: una silla, una mesa, un cabo para una herramienta), o por objetos con opción de hacer daño (por ejemplo: un arma, un estilete, un garrote), y hasta basura. Se puede emplear en su totalidad ese remanente del árbol; con una pequeña acción, todo será útil.

Todo lo hecho con lo recuperado del tronco tiene un valor, el cual no cambia ni depende del lugar de dónde vino del árbol, de su origen. Pudo haber venido de un jardín botánico o de un basurero; de un bosque natural o de un cultivo organizado; pudo haberse talado el árbol o haber sido partido por un rayo; pudo cortarse al considerarlo como un estorbo o pudo haberse muerto por término de su vida.

Las posibilidades las podemos contar por miles; y ninguna de ellas ha influido en el resultado final. Basta con preguntarnos si alguna vez nos hemos preocupado por averiguar si la silla de madera en la cual nos sentamos o la cama de madera en la cual dormimos, se hizo con la madera de un árbol poseedor de tal o cual historia. El árbol aquel, de todas formas, tiene su propia historia; pero es solo eso: historia. Para cumplir su función, la historia no cuenta mucho. Además, al final, dan el mismo fuego en la hoguera.

Se hablará sobre las calidades de las maderas; pueden variar. Pero igualmente, hoy tenemos procesos para hacer que todas las maderas tengan calidades similares. Podemos transformar su dureza, su resistencia y cualquier otro parámetro, igualándolas al final a todas.

Pues bien, sea cual fuere la posición y condición de tu vida hoy, desde el lugar alcanzado hacia arriba o hacia abajo, todavía la vida te brinda una oportunidad y tú puedes hacer de tu SER desde una obra de arte hasta basura.

Y la meta a donde se llegue mañana, puede lograrse con total independencia de la historia vivida hasta ahora. Hoy tienes una vida y una oportunidad las cuales dependen de la meta trazada ahora; y si lo haces en armonía con el universo, éste te brindará todo lo necesario para lograrlo.

Puedes poner como obstáculo cualquier argumento; pero también, la fuerza de las limitaciones puestas la das tú mismo; gastas la misma energía considerando o las cosas negativas o las positivas. La conclusión, no niega que la vida te ha brindado todo lo necesario para hacer TU DEBER y siempre tendrá más valor intentarlo que renunciar sin haber empezado.

Todo lo hecho con lo recuperado del tronco, siempre será útil para alguien; cualquiera lo puede estar necesitando; de la misma forma, cualquier cosa concerniente a tu vida será de utilidad para alguien más.

Se espera, por lo menos, que hagas el mínimo esfuerzo para no dejar perder el remanente del tronco –de la vida– en el lodo del egoísmo; si bien la vida te puso donde estás por fuerza de tus decisiones, no niegues el propósito de la existencia al permitirte lograr lo alcanzado hasta ahora y las otras cosas posibles de alcanzar. Solo inténtalo una vez más.