¿De quién es la culpa?

¿De quién es la culpa?
¿De quién es la Culpa?
Autor: Efrain Lesmes Castro

Es…de vez en cuando

Llama la atención la respuesta que se recibe cuando se pregunta a alguien, si se considera de mal genio. La pregunta se hace porque los demás estados emocionales se exhiben fácilmente: la gente habla de la preocupación y se culpa a la situación, al alcoholismo del familiar, etc.; habla de la depresión y se culpa al rompimiento afectivo o al fallecimiento de algún ser allegado; habla de la ansiedad y se culpa a la falta de trabajo y a las deudas; habla del estrés por la forma de asumir las responsabilidades y se culpa a la cantidad de trabajo; habla de la angustia y se culpa a cualquier incertidumbre. Pero no se habla de la ira.

Sin embargo, según la MTCh, cuando se presenta la alteración de la emoción particular de un Reino mutante, con el tiempo va generando la alteración de la emoción de otros Reinos, pues hay una relación de generación y armonización entre ellos en actividad permanente.

En los síntomas físicos se ve claro y fácilmente se acepta este proceso. Siguiendo los postulados de la MTCh, si se debilita el riñón, generará alteración de la circulación; si ésta falla, se recarga al trabajo del pulmón, etc., lo cual va afectando paulatinamente a todos los sistemas.

Pero, para ellos, cada Reino mutante tiene un estado emocional propio y se manifiesta cuando hay alteración del órgano correspondiente. Luego, el mismo ciclo dado en los órganos, se presenta en las emociones correspondientes. De esta forma, por ejemplo, si se ha vivido en estrés, un paso obligado en la transformación de esta emoción, según la MTCh, es el paso por el enojo; luego, la preocupación.

Además, hay signos reveladores del padecimiento de la persona, aunque su manifestación puede ser velada. Así, corresponden al mismo Reino mutante: el enojo, el perfeccionismo, el rencor, la intransigencia, la soberbia, la inflexibilidad, el resentimiento, la ira, la cólera y otros sentimientos afines.

Se confunde el hecho de vivir el sentimiento con su expresión; y así, si se oculta, si no se expresa el enojo, no se considera mal genio; se sienten de buen genio porque, al tener motivos para alterarse, el enojo está justificado; y entonces hablan de situaciones donde es necesario sentar un precedente.

Pero, desafortunadamente, lo dañino no es la respuesta asumida después de haberse alterado; lo realmente maligno es el hecho en sí de haber padecido el enojo. Para dar claridad, por ejemplo, ya se saben los procedimientos necesarios después de estallar una bomba; pero, lo importante es encontrar el motivo por el cual se hizo estallar la bomba y resolverlo para evitar una nueva ocurrencia.

Otras personas se justifican exponiendo vivir el enojo sólo en contadas ocasiones y lo ven como algo no tan grave. Podría pensarse si algo doloroso es admisible por el hecho de suceder solamente de vez en cuando. “Amado esposo: te soy muy fiel, porque en los veinte años de casados, solamente te he puesto los cachos tres veces y como es tan poco, eso no es nada”.

También podría calificarse de aceptable el resolver las necesidades graves con la deshonestidad porque se presentan muy raras veces; además eso es justificable y se actúa en concordancia: “sólo es de vez en cuando”.

No. No hay mentiras pequeñas (las mentiras piadosas también son mentira), y no podemos justificar la agresión por el hecho de no producir la muerte o por generar apenas heridas leves.

Faltarnos a nosotros mismos, es la forma utilizada para mantenernos en el estado actual. Y así lo hacemos cuando exponemos razones para justificar los actos reconocidos en el fondo como incorrectos.

Si se trata de revisar nuestra actitud, con el fin de poder hacer los cambios necesarios, debemos comenzar por reconocer nuestras faltas, las cuales no se excusan porque si las cometemos, es… de vez en cuando.

Páginas: 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47