¿De quién es la culpa?

¿De quién es la culpa?
¿De quién es la Culpa?
Autor: Efrain Lesmes Castro

Resolviendo el problema de salud

Es oportuno revisar, en cualquier momento, la condición de salud, para evaluar cuál es el nivel de equilibrio físico, psicológico y espiritual. Es posible encontrar, al hacerlo, alguna de las siguientes condiciones:

1. Durante algún tiempo se han soportado molestias leves, por ejemplo: dolores de cabeza, estreñimiento, alteraciones del sueño, sobre las que no se ha considerado necesario hacer algo para solucionarlas;

2. Se ha aprendido a evitar aquello que de alguna forma es considerado molesto, como por ejemplo: ciertos alimentos, aire acondicionado, tejidos, condimentos, aromas, sabores, etc. Se descubrió la aparición de síntomas generados por éstos y en consecuencia, se optó por suprimirlos. Esto, sin embargo, no significa la desaparición del origen de la incomodidad.

3. Se ha acostumbrado al empleo de sustancias de todo orden para sobrellevar las molestias, pero sin resolverlas. Por ejemplo, un poco de agua con limón para las agrieras, fumar un cigarrillo para tranquilizarse, un analgésico para permanecer sin dolores; música para relajarse; dejar la luz encendida para poder dormir, etc.

Y no estamos en contra de esos pequeños trucos usados de forma periódica o continua para sentirnos bien. Pero, el solo hecho de requerir de algo, ya nos está hablando de una carencia o de un exceso y esto significa desequilibrio.

Y la solución no es buscar lo mejor para entretener los síntomas y sentirse bien, sino poder estar en equilibrio para eliminar todo lo externo. La Creación nos dotó de todo lo necesario para vivir en este planeta, junto a las personas con quienes convivimos, haciendo nuestro DEBER. Y se supone que es suficiente.

Todo aquello sobre lo que hemos ejercido algún control, ha aparecido para llamarnos la atención sobre algo que hemos dejado de hacer o para alertarnos de haber hecho algo indebido o para advertirnos de no estar haciendo lo correcto. Y eliminar la incomodidad creyendo con solo esto solucionar el problema, es como quitarle el medidor de nivel de combustible a un carro, esperando que al hacerlo, no se acabe la gasolina.

Y si llegamos a una condición de incomodidad, el mismo camino por el cual la hemos obtenido nos va a permitir volver al sitio de partida. Si el aprendizaje de algo nos llevó a cometer errores, el desaprender eso y aprender lo correcto, nos puede llevar a metas superiores. Y en este caso, no es bueno cometer errores para aprender de ellos, porque en el cementerio no hay oportunidad de corregirlos.

En las situaciones vistas, solamente se considera la parte física. No se considera la parte psicológica y menos la espiritual. Para esos síntomas internos se opta por soluciones también de orden físico.

El miedo lo resuelvo tratando los nervios, contratando guardaespaldas o comprando seguros; la ira y el enojo, saliendo a vacaciones, golpeando, renunciando a ciertas amistades, cambiando de trabajo; la pena, consiguiendo un nuevo amor; la ansiedad la resuelvo con una tizana de plantas aromáticas o medicinales; la preocupación, en la mayoría de los casos, consiguiendo dinero; la depresión, el estrés y la angustia, tomando licor o consumiendo psicoactivos. Es decir, siempre hay algo físico para resolver el problema interno.

En cuanto a la parte espiritual, hace tiempo se quitó el referencial con el cual se atribuía la causa de la enfermedad al pecado –en sentido religioso– y muy pocos piensan sobre este aspecto como generador de trastornos de salud. A la luz de la MTCh, las enfermedades autoagresivas, de moda hoy en día, tienen su origen en este aspecto. “La enfermedad autoinmune aparece cuando la respuesta individual personal no reconoce como soberana la respuesta individual celeste”.6

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