BIORIGINALIDAD ES PAZ

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Publicado en Correspondecia Recibida

Bueno, ya las FARC entregaron las armas ¿Ahora qué?. Me pregunto esto porque hace dos semanas asistía a la muestra de proyectos de las ‘spinoff’, una iniciativa más que necesaria que surge de la idea de hacer dialogar y sobre todo llevar a la sinergia la academía, el Estado y la empresa privada.

Sin embargo, veía como el triste y repetetivo relato de la guerra se hacia presente en cada una de las ideas exhibidas en la muestra. Si bien cada propuesta estaba bien concebida y desarrollada, hasta la más brillante de las innovaciones que hemos creado en los últimos años está inspirada en la guerra: Las botas contra minas antipersonales; el ropaje antibala más resistente del planeta; los cascos inteligentes para dirigir un Black Hawk, entre otros. Estas innovaciones fueron presentadas como la fuente de inspiración o el punto de partida para los emprendimientos futuros que desarrollarán miles de jóvenes en nuestro país. Y aunque se derivan del ejercio innato del inventor o el emprendeor -observar una realidad e intentar darle una solución- ahora que ya no habrá conflicto armado, necesitamos destacarnos en el escenario global de las ideas con nuevas propuestas.

La ruta del arte, la ciencia y la teconología nos permitiría encontrar una nueva fuente de inspiración. De hecho, quiero decir que la Ley Spinoff, inaugurada a través de la pasarela de emprendimientos que les mencioné, es una iniciativa liberal, un rasgo del emergente Liberalismo Creativo que también le apuesta a una nueva agenda de país; y de la cual como Partido debemos estar orgullosos y hacer eco, sobre todo cuando somos testigos directos ‘la repetidera de la repetidera’ de las agendas.

Pero el ciclo inocuo de la guerra, sin apellidos FARC, ELN o Paramilitares, se puede detener cuando pensamos cómo podemos superar ese fétido pantano y nos adentramos en el propósito de rescatar la gran potencia que podemos ser como nación, honrando la vida y construyendo a partir de esta premisa un nuevo metarrelato de país. La investigación y el conocimiento científico generado para los botas contra minas antipersonales está bien, pero no nos quedemos ahí, la invitación es que traslademos esas capacidades al escenario de lo vivo.

Siento que ahora más que nunca podemos desarmar, desenmascarar y desmontar todo lo que nos impida ser felices como nación, más si tenemos en cuenta que la paz es un acuerdo de todos. Y al ser un acuerdo de todos, no nos queda más que recurrir a un recurso inagotable que puede ser estimulado de manera constante: la creatividad. Se trata de usar nuestra creatividad para generar soluciones de todo tipo, no solo políticas o económicas, sino también socioculturales.

Dentro de los acuerdos de paz se han considerado herramientas para darles empleo a los desmovilizados; para permitirles a las FARC conformar un movimiento político con estaños en el Congreso de la República; para sacarle provecho a las zonas del país previamente afectadas por el conflicto; pero no se han considerado con igual rigor herramientas para construir un nuevo relato de nación basado en la identidad. Esto último es una medida sociocultural que nos tomará años, sí, pero que debe empezar ya mismo para ir conformando, precisamente, una paz estable y duradera.

Según cifras del Dane, el 52,3% de la población colombiana hoy es menor de 30 años, un bono demográfico representado en jóvenes y adultos jóvenes cuya creatividad no constituye un esfuerzo adicional, sino más bien una acción del día a día. Por lo tanto, no es tan descabellado pensar que ese 52,3% de la población puede contribuir desde sus oficios o quehaceres a idear un nuevo relato de nación en el que quepamos todos, uno que rescate nuestros usos y saberes ancestrales (gran parte de estos ligados a la riqueza y diversidad de los territorios), uno que dé cuenta del ‘potencial bioriginal’ de Colombia.

En el Proyecto de Ley de estímulo a la Creatividad en Colombia que abandera el Liberalismo Creativo, hemos definido ‘Bioriginalidad’ como la suma de biodiversidad y ancestralidad. Pero ¿por qué tocamos este tema si veníamos hablando de creatividad? Sencillo, porque este concepto, elemento u aspecto (como lo quieran llamar) concentra nuestro mayor tesoro y al mismo tiempo el mejor aporte que pueden hacerle los jóvenes creativos a la paz. A partir del reconocimiento de nuestras costumbres o prácticas culturales tradicionales; y de la valoración intangible (no mercantil) de la fauna, la flora y los recursos hídricos presentes en nuestro territorio, reconstruimos la identidad que hemos perdido por los avatares de la guerra y de paso se genera el espacio para perdonarnos y perdonar. Pensemos que siendo conscientes de esa identidad es más factible que nos veamos conviviendo en un mismo lugar. Después de todo, no somos una rueda suelta, somos parte de un todo y una gran nación se configura desde un gran universo simbólico.

Ahora bien, dicho reconocimiento y valoración tiene impacto en el imaginario colectivo de la mano de los bienes y servicios creativos: Historias escritas o audiovisuales; pinturas y esculturas; formatos para televisión e internet; hasta el diseño de un edificio o el mismo graffiti; tantas expresiones artísticas -producto del intelecto- que pueden ayudar a reconstruir nuestra identidad bioriginal desde la creatividad deben, a mi juicio, estar a partir de ahora a la orden del día.

Y si quisiéramos encontrar el argumento económico, porque el cultural para algunos no es relevante o suficiente (cuando está visto que lo requerimos con urgencia para aprender a convivir), les cuento que existe y es el siguiente: la economía creativa aporta el 3,3% del PIB y la Bioriginalidad lo que logra es dotar esta actividad económica de un nuevo sentido y de un valor que nos hace únicos en el mercado global. Por consiguiente, es posible sustentar con esto un nuevo sector económico en Colombia, con la gran ventaja de que este es sostenible y renovable, no genera nuevas violencias, refuerza valores, construye la identidad nacional y permite la conformación de un sistema de cultura viva. Entonces, ¿qué tal?
Fuente:
http://olapolitica.com/opinion/bioriginalidad-es-paz/

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