Don Hernando

0

Publicado en Correspondecia Recibida

Pasa de los ochenta años hace rato.
Desde la ventana de su apartamento avista lo que 180 grados le permite apreciar o avizorar.
Trabajó en el Llano y en una empresa americana que embarcaba petróleo que a través de un oleuducto llegaba a Tumaco y se embarcaba hacia los Estados Unidos.
Me contó algunas cosas de su pasado pero por ahora sólo quiero transmitir dos. La primera trata de lo que le llamó la atención, de poca escolaridad pero si lo suficientemente perspicaz veía como todos los días como con una llave gigante y una pluma (una especie de grúa), suprimimían los contadores a eso de las 5 p.m. y reconectaban de manera directa el flujo de crudo que iba a parar luego de un largo trayecto entre dos poblaciones siendo el puerto de embarque Tumaco. Dice que fue por los 60 pero no recuerda por cuanto tiempo sucedió. Sólo sabe que salió mucho crudo del país sin ser contabilizado. Al otro día a las cinco de la mañana de nuevo el contador estaba reconectado.
Algo que recuerda con cierto disgustó era el trato que se le daba al personal colombiano. Pero no era por parte de la empresa explotadora sino por parte de los connacionales para colaborarles a los gringos en todo de una forma hasta demasiado servil. Buscaban esos connacionales para con los empleados y operarios colombianos tener al mínimo las garantías y pagos así como las condiciones de trabajo, tanto me dijo que debió buscar otros horizontes después de aguantar unos cuantos años en esa selva. Se pregunta ¿cómo será ahora?
Yo reflexiono al respecto y le digo perentoriamente: ahora se da en todo y con todo. Vea lo que está pasando en Paz de Ariporo, mejor dicho donde se hace sísmica. Sólo que se hace en todo y con todo lo susceptible de explotar en cuanto a recursos físicos y humanos pero de manera más sutil…¡Si no defendemos la tierra nos tendremos que mudar quién sabe pá dóndeporque en el interior no saben nada más que de cemento.
Un vecino de don Hernando

Escribenos tu comentario