El árbol de los frutos

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Publicado en Armonía, Familia

“Un día de verano, se encontraba dos árboles de manzanas, en el patio de una finca, uno era joven y el otro viejo, ambos daban frutos apetitosos. Pero las personas de esta finca, cuando querían comer de estos árboles preferían del árbol joven, porque su fruto era más llamativo, dejando perder el fruto del árbol más viejo.

Por esto, el árbol joven se reía del árbol viejo diciendo: ¡Sus frutos ya a nadie le gusta, porque no son nada atractivos!

Usted está tan viejo que se cansaron de recoger sus frutos, en cambio, vienen cuatro y cinco veces cada día a recoger mis frutos porque son más provocativos.

Sus frutos se desperdician en el suelo y son alimento de los insectos; usted está tan viejo, que lo único para lo que sirve es para dar sombra y para que los niños jueguen con sus ramas.

Un día los dueños de la finca necesitaban recoger varias manzanas para venderlas en la plaza de mercado; con el fruto del árbol joven no se alcanzaron a llenar los canastos, entonces tuvieron que completarlos con los frutos del árbol viejo para poder hacer la entrega.

Una semana después el dueño de la Plaza de Mercado le solicitó al propietario de la finca que le enviara cinco canastos de las manzanas más oscuras, porque las más llamativas eran muy insípidas, en cambio las otras eran dulces y de buen sabor.

El señor de la plaza de mercado no pudo vender las manzanas más llamativas, que sus clientes estaban devolviendo, le dijo al dueño de la finca que no pagaría más estas manzanas y que se las devolvería.

Aquél señor no tuvo otra alternativa que aceptar la devolución y perder lo invertido en el negocio. Y posteriormente se dispuso a corroborar lo informado por el comerciante.

Cuando el dueño de la finca fue a recoger las manzanas del árbol viejo para hacer la entrega probó el fruto de ambos árboles y noto que el fruto del árbol viejo era más dulce y de buena pulpa.

En cambio el otro árbol más joven era de buen aspecto pero su pulpa era insípida y en ocasiones con sabor amargo.

El señor no tuvo otro remedio que talar el árbol más joven, que le había costado mucho dinero en mantenimiento y cuidado, éste árbol joven de buen aspecto, no le daba lo que en ese momento necesitaba, como buenos frutos.

Antes de que fuera talado este árbol joven, lloraba diciéndole al árbol más viejo que como hacia para dar buenos frutos y evitar que lo talaran, el árbol respondió: Querido joven, es tanto el abono malo que recibiste desde un principio que todas tus raíces y tronco están infectadas y no dejan endulzar tus frutos.

A los hijos como a las amistades hay que cultivarlas mucho para no perderlas.

No hay que esperar que vengan otras personas y digan que sus frutos son de mala calidad porque no se abonó bien desde un principio.

Hay que abonar muy bien, para recoger buenos frutos y no tener que recurrir a medidas extremas o perder una inversión a la cual se le ha dedicado mucho tiempo y cuidados.

El Ser Humano y su comportamiento…”

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