El Camino de la doctrina

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18. Goza ahora y goza después. En ambos
estados es verdaderamente feliz. "He actuado bien, se dice feliz. Además,
abocándose a un apacible estado es feliz. Así el que bien obra.

19. Aunque uno recite muy a menudo las
escrituras, si es negligente y no actúa en consecuencia, es como el vaquero que
cuenta las vacas de los otros. No obtiene los frutos de la Vida Santa.

20.
Aunque uno recite poco las escrituras, si se conduce según la Enseñanza, abandonando
el deseo, el odio v la ilusión, provisto con una mente bien liberada y no apegándose
a nada ni aquí ni después, obtiene los frutos de la Vida Santa.

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Capítulo III: La Mente

 

33. Esta mente voluble e inestable, tan
difícil de gobernar, la endereza el sabio como el arquero la flecha.

34. Esta mente tiembla como un pez
cuando lo sacas del agua y lo dejas caer sobre la arena. Por ello, hay que
abandonar el campo de las pasiones.

35. Es bueno controlar la mente:
difícil de dominar, voluble y tendente a posarse allí donde le place. Una mente
controlada conduce a la felicidad.

 

. La mente es muy difícil de percibir,
extremadamente sutil, y vuela tras sus fantasías. El sabio la controla. Una
mente controlada lleva a la felicidad.

37. Dispersa, vagando sola, incorpórea,
oculta en una cueva, es la mente. Aquellos que la someten se liberan de las
cadenas de Mara.

38. Aquel cuya mente es inestable, no
conoce la enseñanza sublime, y aquel cuya confianza vacila, su sabiduría no
alcanzará la plenitud.

39. Aquel cuya mente no está sometida a
la avidez ni es afectada por el odio, habiendo trascendido tanto lo bueno como
lo malo, permanece vigilante y sin miedo.

40. Percibiendo que este cuerpo es
frágil como una vasija, y convirtiendo su mente tan fuerte como una ciudad
fortificada vencerá a Mara con el cuchillo de la sabiduría. Velará por su
conquista y vivirá sin apego.

41. Antes de que pase mucho tiempo,
este cuerpo, desprovisto de la consciencia, yacerá arrojado sobre la tierra,
siendo de tan poco valor como un leño.

42. Cualquier daño que un enemigo puede
hacer a su enemigo, o uno que odia a uno que es odiado, mayor daño puede
ocasionar una mente mal dirigida.

43. El bien que ni la madre, ni el
padre, ni cualquier otro pariente pueda hacer a un hombre, se lo proporciona
una mente bien dirigida, ennobleciéndolo de este modo.

41. Antes de que pase mucho tiempo,
este cuerpo, desprovisto de la consciencia, yacerá arrojado sobre la tierra,
siendo de tan poco valor como un leño.

42. Cualquier daño que un enemigo puede
hacer a su enemigo, o uno que odia a uno que es odiado, mayor daño puede
ocasionar una mente mal dirigida.

43. El bien que ni la madre, ni el
padre, ni cualquier otro pariente pueda hacer a un hombre, se lo proporciona
una mente bien dirigida, ennobleciéndolo de este modo.

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