El salario de los congresistas

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Publicado en Correspondecia Recibida

Opinión Viernes, Julio 1, 2016
El salario de los congresistas

Jorge E. Pava
Terminada la legislatura 2015-2016 en el Congreso de la República, surge un nuevo escándalo relacionado con el aumento del salario a los congresistas decretado por el Gobierno Nacional. Después del alza, estos funcionarios entran a devengar un salario de 27 millones 929 mil pesos mensuales, mucho más de lo que un trabajador del común, que devengue el salario mínimo, puede generar en año y medio de trabajo.
Pero al margen de si el salario de los congresistas es elevado o no, lo que genera rechazo y repulsión es el hecho de que esos salarios salgan de los bolsillos de los colombianos, quienes no vemos ninguna compensación por la tajada exagerada que tenemos que sacrificar de nuestro trabajo para que ellos vivan como reyes. Que el poder legislativo en Colombia sea uno de los más desprestigiados del país, no es gratuito. Ver esa galería en que se convierten las plenarias de Cámara y Senado, donde las intervenciones y los argumentos son escasamente escuchados por la lánguida asistencia de los colegas; ver cómo los salones donde se define el presente y futuro del país son convertidos en grandes espacios para ejercer la politiquería, practicar la extorsión en su más descarada manera, chantajear a empresarios, ministros, directores y gerentes de institutos, etc., no puede ser más degradante. Y ver cómo la gran mayoría del tiempo se desperdicia por falta de quórum, por sesiones inanes, por la trivialidad de lo que se discute o por la carencia de intelectualidad de muchos de nuestros representantes, es también motivo de desagrado, desgano y molestia.
Pero volviendo a la consideración de si el salario es elevado o no, tenemos que admitir que es algo subjetivo y, por ello, depende de los ojos con los que se mire. Una simple multiplicación nos da como resultado que, con prestaciones sociales, un congresista, a valores de hoy, alcanza a devengar un valor cercano a los 2.000 millones de pesos en su período de cuatro años (Sin contar sus UTL). Y si tenemos en cuenta que una campaña para Senado o Cámara puede llegar a costar en algunas regiones del país, mucho más de 10 mil millones de pesos, deberíamos concluir que esos padres de la patria lo que hacen es “sacrificarse por el pueblo y empobrecerse para servirle”. ¡Ja! ¡Cómo no!
Esa desproporción entre lo invertido en la campaña y lo devengado legalmente, es precisamente lo que ha llevado a que el desprestigio del Congreso de la República crezca día a día, y a que sus recintos se hayan convertido en inmensos salones de negociaciones donde se subastan las instituciones, se permutan leyes y decretos, se moldean las decisiones a la voluntad del mejor postor, y se prostituye nuestra institucionalidad sin reato alguno.
En el fondo entonces lo que ofende a los colombianos no es ni siquiera el monto de los salarios de los congresistas; lo que realmente ofende es que sea el salario el menor concepto de sus ingresos y tal vez la única actividad lícita que desarrollen. Porque, en muchos casos, la verdadera lotería está en los negociados ocultos, en las dádivas recibidas, en las “comisiones” devengadas por buenas gestiones que beneficien a particulares, en la mermelada recibida del Gobierno Nacional, y en los comportamientos que hacen parecer a muchos congresistas como meretrices legisladoras.
27 millones 929 mil pesos mensuales: un baloto para muchos colombianos; una lotería para cualquier pobre que subsista con el salario mínimo; una fortuna para quien viva en la pobreza extrema; pero una bicoca o la caja menor para el congresista que ha invertido millones y millones en su campaña y encuentra en su actividad oculta, soterrada, ilícita y descarada la mejor forma para enriquecerse a costa de los más pobres.
Y para terminar: no parecen muy disgustados los Iván Cepeda del Congreso con estos salarios… Eso es lo bueno de promoverse como comunista y acceder a los votos de los más pobres proponiendo justicia social, y terminar libando de las mieles del poder y disfrutando de los beneficios obtenidos mediante decisiones injustas y desequilibradas. Eso es lo bueno de ser comunista de tribuna, pero vivir como capitalista del Country.
Fecha de publicación:
Viernes, Julio 1, 2016

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