La lucha por la suprevivencia de las microempresas formales y un “caimàn en boca de caño”

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Segùn el Regisro Ùnico Empresarial y Social (Rues), en Colombia la gran mayorìa (casi el 95%) son microempresas y casi 5%, son pequeñas y medianas.
Juntas, llevan sobre sus hombros casi 81% del empleo del empleo generado en Colombia.

Para entrar a la formalidad o motivarlas que hay la necesidad, no tienen problema. Pero una vez se formalicen, les toca soportar un lastre si quieren tener la posibilidad e sobrevivir al primer año:entre otros, uno que pasa de agache cada año es el cobro de la renovaciòn de la matrìcula mercantil en la Càmara de Comercio.
A partir del segundo año de operaciòn de las empresas (que como tortuguitas recien nacidas se arriesgan al mar del emprendimiento), la Càmara de Comercio como caimàn, les pega un buen mordisco pues les suele cobrar la tasa no sobre el capital de inicio; la tasa de renovaciòn de la matrìcula mercantil, perversamente lo hace sobre el Patrimonio Bruto, o sea que si la empresa adquiere deudas en mercancìa o crèditos para poder sobrevivir o crecer, automàticamente se ve castigada ya que esos rubros que no son riqueza alguna generada o producida por la empresa, les resulta màs oneroso.
La tasa debe cobrarse sobre el capital de la empresa SIEMPRE.

Un dato: De cada 100 empresas pequeñas, la gran mayorìa (71) no logran sobrevivir a los 5 años.

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