La Universidad Nacional

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Publicado en Arte y Cultura

Por: Alberto Mendoza Morales

 

“La Universidad Nacional está amenazada por dos visiones deletéreas. Una interna, de grupos en su campus.

Tienen discurso social. Representan la academia sometida a intereses políticos particulares. Sus hechos suelen conducir a la servidumbre. Otra externa, frente a gobiernos que no logran entender el papel de la universidad moderna; se obstinan en mantener políticas retardatarias, obsoletas.

El papel de quienes dirigen la institución es, así, doblemente complejo en una Universidad donde 87% de sus estudiantes pertenece a los estratos 1 a 3”. Fueron expresiones del rector de la Universidad Nacional, Moisés Wasserman, en Medellín, en su alocución al recibir el título Honoris Causa en la Universidad de Antioquia.

 

Queremos, dijo el rector, una universidad acorde con la globalización, enraizada en las regiones, que extienda su presencia en todo el territorio, que influya con conocimientos y ejemplo moral en el discurrir de la nación. Su carácter público la obliga a ofrecer servicios de alta calidad. Queremos una universidad moderna, abierta, alerta, con capacidad de respuesta, reconocida como institución dedicada a la enseñanza y a la construcción colectiva de conocimiento. La autonomía universitaria, herencia de experiencias históricas, es instrumento académico vital. La discusión de temas desde múltiples puntos de vista, su capacidad de análisis, su carácter y vocación, ofrecen evidencias que permiten demostrar que las universidades se equivocan menos que los gobiernos.

 

La universidad ha evolucionado al aportar respuestas nacionales. Es lo que la sociedad espera de ella. Resulta evidente que la institución debe ser actora social activa, agente de cambio, promotora de desarrollo, constructora de bienestar general. Debe estar inserta en las comunidades del conocimiento global, única forma en que puede ayudar a su sociedad a hacer parte de un mundo claramente dinámico y cambiante.

La universidad produce cultura, la irradia, forma sociedades ilustradas, actualizadas. En esas condiciones no puede ser otra cosa que una universidad de investigación, docencia, creación artística, dotada de ejes formadores de estudiantes.

La investigación genera conocimiento, produce desarrollo. La innovación mejora la competitividad de los pueblos y su capacidad para producir bienestar a sus ciudadanos. Es la única forma de educar al profesional moderno, desafiado a estar cambiando y modernizando su bagaje de conocimientos, recogiendo y analizando información.

La investigación científica es pedagogía óptima, la mejor forma de enseñar y aprender.

La universidad es, en todo caso, para los estudiantes, para su formación integral, para abordar sus necesidades, para alcanzar su felicidad.

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