Correspondencia recibida

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Publicado en Correspondecia Recibida, Oraciones, VISIBILIDAD

Texto del Evangelio:

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿no dejará en los montes las noventa y nueve, para ir en busca de la descarriada? Y si llega a encontrarla, os digo de verdad que tiene más alegría por ella que por las noventa y nueve no descarriadas. De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños». (Mt 18,12-14)

Comentario:

Hoy, Jesús nos lanza un reto: «¿Qué os parece?» (Mt 18,12); ¿qué clase de misericordia practicas? Quizás nosotros, “católicos practicantes”, habiendo gustado muchas veces de la misericordia de Dios en sus sacramentos, estemos tentados a pensar que ya estamos justificados ante los ojos de Dios. Corremos el peligro de convertirnos inconscientemente en el fariseo que menosprecia al publicano (cf. Lc 18,9-14). Aunque no lo digamos en voz alta, quizás pensemos que estamos libres de culpa ante Dios. Algunos síntomas de que este orgullo farisaico echa raíces en nosotros pueden ser la impaciencia ante los defectos de los demás, o pensar que las advertencias nunca van para nosotros.

El “desobediente” profeta Jonás, un judío, se mantuvo inflexible cuando Dios mostró pena por los habitantes de Nínive. Yahvé reprochó la intolerancia de Jonás (cf. Jon 4,10-11). Aquella mirada humana ponía límites a la divina misericordia. ¿Acaso también nosotros ponemos límites a la misericordia de Dios? Hemos de prestar atención a la lección de Jesús: «Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso» (Lc 6,36). Con toda probabilidad, ¡todavía nos queda un largo camino por recorrer para imitar la misericordia de Dios!

¿Cómo debiéramos entender la misericordia de nuestro Padre celestial? El Papa Francisco dijo que «Dios no perdona mediante un decreto, sino con un abrazo». El abrazo de Dios para con cada uno de nosotros se llama “Jesucristo”. Cristo manifiesta la misericordia paternal de Dios. En el capítulo cuarto del Evangelio de san Juan, Cristo no airea los pecados de la mujer samaritana. En lugar de ello, la divina misericordia cura a la Samaritana ayudándola a afrontar plenamente la realidad de su pecado. La misericordia de Dios es totalmente coherente con la verdad. La misericordia no es una excusa para tomarse rebajas morales. Sin embargo, Jesús debió haber provocado su arrepentimiento con mucha más ternura que la que sintió la mujer adúltera “herida por el amor” (cf. Jn 8,3-11). Nosotros también debemos aprender cómo ayudar a los demás a encararse con sus errores sin avergonzarles, con gran respeto hacia ellos como hermanos en Cristo, y con ternura. En nuestro caso, también con humildad, sabiendo que nosotros mismos somos “vasijas de barro”.

* Fr. Damien LIN Yuanheng (Singapore, Singapur)

La Virgen de la Paz

La Virgen de la Paz comenzó a aparecerse a seis jóvenes en Medjugorje, pueblito de Bosnia-Herzegovina, en 1981, y aún hoy los 25 de cada mes sigue apareciéndose a uno de ellos. En estos mensajes, seleccionados entre muchos hay dos constantes: María nos invita a orar y nos asegura que el enemigo de Dios trabaja como nunca.

Hijitos, oren y no permitan que Satanás actúe en sus vidas con malentendidos, incomprensiones y faltas de aceptación entre unos y otros. (25.01.90).

Deseo que cada uno de ustedes consagre más tiempo a Dios. Satanás es fuerte y quiere destruirlos y engañarlos de mil maneras (25.08.90).

Les he dicho con frecuencia que “oren, oren”, porque solo mediante la oración ahuyentarán a Satanás y a todo lo maligno que lleva consigo (18.03.91).

Queridos hijos, hoy nuevamente los invito a la oración como nunca antes, ahora que mis planes han comenzado a realizarse. Satanás es fuerte y quiere destruir mis planes de paz y alegría (25.08.91).

La Virgen María, trabaja activamente en la nueva evangelización con sus mensajes tiernos e incisivos. Quiere despertarnos del letargo espiritual que se ha posesionado de nosotros. Nos da el secreto para salir victoriosos en las batallas de este tiempo: orar, orar y orar. María te da su bendición especial y maternal.

Enviado por el P. Natalio

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