Hay un momento especial, cuando las olas llegan espumando a la playa. Ocurre en el instante en que una ola ha gastado toda su fuerza en la arena pero, suspendida, aún no ha empezado a ser arrastrada hacia el mar. Durante menos de un segundo, las aguas se detienen y, a través de su claridad, puedo ver lo que hay debajo- las rocas, las conchas, la arena.
A veces pienso que ese atisbo es lo” que nos es dado ver de lo que en realidad sucede en la vida Logramos percibír un diminuto fragmento de tiempo, cuando las fuerzas que nos golpean llegan a un precario equilibrio. Luego, se retiran, y la siguiente ola llega, y así perdemos esa momentánea claridad.
Pero mientras existe esa claridad, mientras la acción queda suspendida y en quietud, deberíamos hacer la nuestra y almacenarla en lo más profundo de nuestro ser, para que cuando golpee la siguiente ola -e inevitablemente golpeará– podamos conservar el equilibrio.
Bill Tammeus