Los estados del alma

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Publicado en Esoterismo, Leyes Espirituales

“Se confunde lo espiritual con lo religioso.

El ego es solamente una personalidad dada por la posición de los planetas en el cielo.

Bismillah Al Rahman I Rahim

Es la situación de todos, de todos nosotros, los que están acá, en la existencia, en el planeta Tierra y que aún no han muerto, y por lo tanto nos atañe a todos y nos afecta a todos.

Nadie está liberado de la situación de la que hoy vamos a hablar, sin importar en que lugar hayan nacido y si son ateos, cristianos, chamanes, budistas y si son grandes y chicos, porque estamos todos afectados por lo mismo, por la condición humana que tenemos, seamos o no derviches.

Cada tradición tiene su simbología y su mitología para hablar de esta situación, y lo que vamos a decir hoy no lo agota, pero es una forma de expresarlo. Nosotros lo haremos de acuerdo a lo que nos legaron el Profeta Muhammad (saws) y los sabios de su descendencia.

No sabemos lo que es el ser humano; hay distintas definiciones sobre él: que es un ser social, un ser histórico, un ser económico, un ser espiritual, etc., depende de quien sea el que consultemos, aunque estas definiciones son limitadas en si mismas, si hasta se confunde lo espiritual con lo religioso.

Los hombres sabios dicen que el ser humano es un alma parlante. En otras palabras, un alma al que le dieron el don del habla por estar sujeta a un individuo que habla, un ser humano. Decir que el ser humano es un ego, un nafs ammara, no es decir la verdad, el ser humano es un alma parlante, es un alma que habla, un alma que piensa. Si el ser humano no tuviera un alma, no podría ni ver, ni pensar, ni hablar; es el alma el que le da vida y lo que lo convierte en un cadáver cuando se marcha. Cualquiera que haya estado presente en los momentos finales de una persona, se dará cuenta que “algo” que estaba, se fue. Los científicos hablan de “muerte clínica” cuando el cerebro deja de tener actividad, cuando el corazón deja de latir, ¿era solamente eso lo que da vida a la persona, o hay algo más? Si fuéramos solamente eso: un cerebro que nos anima y nos hace hablar y pensar, me parece que tendríamos que irnos todos a casa.

Los sabios del pasado y del presente dicen que el alma es un soplo, un aliento y que proviene de Allah Hu Ta´ala y que está acompañada por el espíritu; que esa alma solamente está en los seres humanos. A ese alma le lleva todo un proceso ser un hombre. El alma sultana es la que se encuentra junto a su Señor, y como su nombre lo indica “sultana”, es la esposa del sultán, la que no se separa de Él; el alma viajera es la que parte de al lado de su Señor y con Su permiso – si no, no podría hacerlo – y después de viajar por los 17000 universos se convierte en un alma humana… y como dicen los hombres sabios: “Las cosas no son como yo te las digo, pero tampoco son diferentes de cómo yo te las digo”.

El alma viajera hace el viaje acompañada del Ruh, el representante de su esposo, según los sabios. Cuando llega a la tierra, esa alma se reviste de cuatro elementos de naturaleza pesada que son el agua, la tierra, el aire y el fuego, de los mismos elementos que forman el ser humano. Esto es lo que nos unifica a todos los seres humanos, todos estamos hechos de lo mismo. ¿Cuál es la diferencia entre nosotros, entonces? La diferencia está señalada en los cielos planetarios; cada ser humano nace en una fecha, en un horario y en un lugar determinado. La posición de los planetas, las luminarias del cielo, como se decía en la antigüedad, en el momento del nacimiento, marcan la diferencia.

En el Corán “…y hemos puesto signos en los horizontes…”, algunos sabios dicen que se refiere a esto que estamos diciendo. ¿Dónde va a parar ese alma viajera revestida por los cuatro elementos y teñida por las luminarias del cielo?

En el cuarto mes de concepción, cuando está formado el feto, baja el ángel Gabriel, Yibril, trayendo el Ruh, que acompaña al alma sultana y lo deposita en el corazón, no en el pedazo de carne que tenemos allí – aunque ese pedazo de carne es el símbolo del corazón al que aludimos -, y tan es así que hablamos de “sentir con el corazón”, “hablar con el corazón”, “hablar a corazón abierto”, “comunicarse con otra persona de corazón a corazón”, de manera tal que ese corazón es el depositario del Ruh de Allah.

Dice Allah en el Sagrado Corán “No es que vuestros ojos estén ciegos, son vuestros corazones los que están cegados”.

Hay una visión externa con los ojos y hay una visión interna con el corazón. Los maestros espirituales repiten que las enseñanzas divinas se aprenden con el corazón, no con la cabeza. Dijo Mansur Al Hallay: He visto a mi Señor con el ojo del corazón y le pregunté “¿quien eres, oh Señor?” y me respondió “Tú”. Dijo Allah Hu Ta´ala. “No me contienen ni mis cielos ni mis tierras, solo me contiene el corazón de mis creyentes”. Dijo el Profeta Muhammad (saws): Si un hombre tiene el corazón sano, tiene todo su cuerpo sano.

Este corazón tiene una particularidad, ya que pese a ser el depositario del Alma que está acompañada por el Ruh, una parte de él mira a la tierra mientras que otra parte está orientada hacia el cielo y entre ellas se establece una batalla – por llamarla de alguna manera – que tiene como escenario el corazón.

Cuando un hombre deposita todo su corazón en las cosas de esta tierra, todo el corazón se ennegrece y cuando deposita su corazón en las cosas del cielo, el corazón resplandece y ahí es luz sobre luz – como dice Allah Hu Ta´ala en el Sagrado Corán – es un pabilo en una lámpara que brilla como un astro reluciente, es luz sobre luz. Dicen los hombres sabios que esta expresión, luz sobre luz, son los distintos estados espirituales que lucen como soles en el corazón del creyente y que parten de la negrura del corazón que solo mira a la tierra hacia la luz del Akl Kudsí. Esta es nuestra situación, la situación de todos nosotros, nuestros vecinos, nuestros padres, de toda la humanidad.

Los hombres sabios han ido más lejos aún de esta enunciación simbólica del destino humano y han dicho que el alma viajera acompañada del Ruh tiene un destino dramático y que a su vez tiene asegurada el retorno. (Mal esposo sería aquel que envía a su esposa a tierras lejanas sin asegurarse que volvería con él sana y salva).

Las cosas no son como se las digo, pero tampoco son diferentes. La esperanza mayor que tenemos como seres humanos es que el retorno de esa alma está asegurado. ¿Cuál es entonces, de ser cierto esto, el origen o la causa de nuestros sufrimientos? ¿Por qué sufrimos? No hay separación más desgarradora que una separación que no puede ser impedida.

Cuando Allah Hu Ta´ala hace la creación, la separación del Alma Sultana era imposible de evitar. Los hombres sabios dicen que el Alma Sultana que se convierte en Alma Viajera de forma inevitable, guarda en sí y por sí, el dolor de la separación y la nostalgia y la esperanza de volver. Cada ser humano tiene dentro de él esa nostalgia y esa angustia de la separación y se siente de una forma consciente o inconsciente, incompleto. Esta sensación de incompletitud y esa nostalgia, las tenemos todos los seres humanos y no sabemos como expresarla, más allá de nuestras pequeñas historias personales. Podemos decir para completar esta historia que Allah Hu Ta´ala, como una misericordia por el dolor de la separación del Alma, la durmió y la hizo olvidar.

Esta alma que nos anima a cada uno de nosotros, guarda de alguna manera el recuerdo y la nostalgia de la separación, aunque cree vivir en ese sueño, la historia de un individuo como cualquiera de nosotros.

La Misericordia de Allah ha hecho que para recordarle al Alma en forma permanente su origen, su hogar, haya enviado Mensajeros para hacérselo recordar; 124000 fueron los Mensajeros y no hubo pueblo ni ser humano que no haya recibido este mensaje y todos los mensajes dijeron lo mismo. Mensaje para recordarle al Alma que su origen estaba en otra parte, que este no era su mundo, que no tenía que enamorarse de él, que no debía olvidar el Amor Real.

A través de estos mensajeros y sus sucesores que advirtieron al alma y le hicieron recordar su origen, en todos los tiempos y en todos los lugares, siempre, siempre, el alma despertó y retornó. Esta es la verdadera historia del ser humano, no hay otra. Nuestra historia no son la vida que estamos llevando con todas las vicisitudes que tenemos, como hombres o como mujeres, como jóvenes o viejos, felices o desgraciados, sanos o enfermos, ricos o pobres, esta no es la historia, este no es el destino humano.

El destino humano es retornar. ¿Entonces, para qué todo esto, tanta confusión, tanta multiplicidad, tanto drama particular, tanto sufrimiento?

Dijo Allah Hu Ta´ala: “Yo era un tesoro escondido y quise conocerme y para eso cree todo lo creado”.

Cuando nosotros hacemos el Dikr, no es el nafs el que repite los Nombres Divinos. El nafs no tiene remembranza de los Nombres Divinos. ¿Cómo va a recordar el ego, algo que nunca conoció? El que hace la remembranza, el Dikr, es el Alma. Por más que algunos dicen que se aburren, o se cansan o que se distraen en el Dikr, o piensan que es lo mismo hacerlo que no hacerlo, eso lo dice y lo piensa el ego. El ego es solamente un compuesto de cuatro elementos, una personalidad dada por la posición de los planetas en el cielo. Pero, fíjense que los planetas, los cuatro elementos y el ego, todo es la creación de Allah.”

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