Los TLC realmente no son de libre comercio, asegura la economista colombiana Alicia Puyana.
Bogotá D.C., 31-oct-2011 (Prensa CID). Ante la expectativa que genera la ratificación por parte del Congreso de Estados Unidos del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Colombia, el Centro de Investigaciones para el Desarrollo (CID), de la Facultad de Ciencias Económicas (FCE) de la Universidad Nacional, organizó la conferencia Efectos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte sobre la economía mexicana: prudentes advertencias para Colombia, ofrecida por la reconocida economista colombiana Alicia Puyana, Doctora en Economía de la Universidad de Oxford y Profesora Titular de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) de México.
Puyana, en entrevista con la OFICINA DE COMUNICACIONES DEL CID, dijo que un TLC no se puede evaluar inmediatamente entra en vigencia, porque ese tipo de tratado busca cambiar la estructura productiva de un país, y ese es un proceso que lleva muchos años.
Su conferencia se enfocó en una evaluación del caso mexicano, país que firmó un TLC con Estados Unidos desde hace 18 años. A partir de ese análisis, la profesora habló sobre los efectos que podría traer para Colombia el haber firmado un tratado de características similares. También expuso una serie de elementos políticos que indujeron al presidente Barack Obama a ratificarlo.
Para esbozar esos puntos coyunturales, la profesora abordó temáticas como la integración económica en América Latina, el cambio a partir de la Ronda Uruguay y los acuerdos firmados por Estados Unidos y algunos países latinoamericanos. Con respecto a esto último, dijo que los tratados tienen un problema grave porque realmente no son de libre comercio, debido a que la productividad de las empresas norteamericanas es mucho mayor y las subvenciones arancelarias les permiten reducir significativamente los precios de sus productos.
Puyana explicó que los acuerdos comerciales de Estados Unidos se hacen bajo la naturaleza de la liberación competitiva. Se les llama así cuando son pactos entre una potencia mundial y países en desarrollo. Como en esa modalidad nunca es Estados Unidos el que propone negociar acuerdos comerciales, es prácticamente el país que sugiere las reglas de juego.
Desde luego, los efectos en los países no son los más alentadores; al referirse al caso mexicano, la conferencista expuso que ese país, en los primeros años, obtuvo unas ventajas arancelarias pequeñas, y esas ventajas se redujeron paulatinamente cuando Estados Unidos empezó a firmar tratados comerciales con otros países, reduciendo su acceso al mercado en un 50%.
La exposición de la profesora evidenció que en Colombia se podría dar un fenómeno similar, con efectos alarmantes a largo plazo, como la posible pérdida en diez años del 10% del PIB y se acentuaría la desindustrialización y el empleo informal.
Finalmente, la profesora resaltó que los posibles perdedores serán principalmente los pequeños y medianos productores manufactureros, y los productores agrícolas de granos y de frutas que compiten con el sector agroindustrial del país norteamericano.
Concluyó con la reflexión de que en Colombia hay una alta concentración del ingreso y entre más haya concentración de capital financiero y de tierras, más se dificulta el crecimiento y se incrementa la pobreza. Así las cosas, el TLC con Estados Unidos puede resultar nocivo, si se tiene en cuenta que tan solo algunas empresas con mayor concentración del ingreso en Colombia resultarían beneficiadas.
Los cometarios finales los realizó el profesor de la FCE Jorge Pulecio, quien dijo que el TLC no es realmente de libre comercio, sino un tratado de inversiones que favorece la inversión estadounidense en Colombia, y agregó que la razón por la que las empresas colombianas lo apoyaron es porque ninguna de ellas se podría mantener viva en el mercado sin el apoyo del poder ejecutivo, que es el que ha impulsado, por razones más políticas que económicas, ese acuerdo comercial.
Cordial saludo,
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