“Comenzó mi sueño los primeros días en que
mis muñecas me decían mamá…
Se siguió nutriendo de mis fantasías
de mi tierna infancia y mi pubertad.
Luego fui la novia, después la esposa…
transformó mi cuerpo la maternidad.
Tu latir sentía, con fe te esperaba,
a veces llorando de felicidad.
Hoy no eres el sueño,
eres el milagro que gestó mi ser.
Y ante tal prodigio, doy gracias al cielo
por el privilegio de nacer mujer.”
- Anónimo