Por los que se fueron

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Publicado en Oraciones, Relación con los demas

Hay momentos de la vida en que perdemos a un ser querido, ya sea porque se murió o porque se fue lejos, para no regresar, como en el caso de las relaciones que terminan abruptamente y ya no hay vuelta atrás, o hay alguien de nuestro entorno cercano que emigra y no nos podemos despedir como quisiéramos. En estos casos quedamos indefensos en distintos aspectos de nuestra vida. Podemos sentirnos defraudados, porque creímos que esta persona estaría con nosotros para siempre. Nos duele mucho caer en la realidad que ya no está. Nos damos cuenta que las personas y las cosas que nos rodean tienen un tiempo limitado de permanencia cerca de nosotros.

Tal vez fuimos engañados y nos ocultaron parte de la verdad. O estábamos en malos términos con esa persona. O quizá quedamos inmóviles por la sorpresa que nos dejó un gusto amargo en la boca, los ojos al borde del llanto y los oídos llenos de palabras dolorosas.

Hablan de conformarse, y que la sensación de tristeza y duelo que nos embriaga ya pasará. Yo creo que hay algo todavía más positivo para hacer: decirle adiós al recuerdo que nos angustia de esta persona, reivindicar lo verdaderamente valioso que sembró en nuestros corazones y quedarnos con ello.

El primer paso es dejar partir a la otra persona. Esto implica respetar la voluntad ajena. La aceptación es la fuerza más poderosa que existe al servicio del logro del bienestar que tanto deseamos. Aunque no entendamos qué pasó cabalmente. Aunque no estemos de acuerdo o la despedida (si la hubo) haya sido abrupta.

Es probable que te preguntes por qué te pasó esto a ti, o para qué tanto dolor y tanta angustia. Considero que éste no es el momento de obtener estas respuestas, todavía. Ya llegarán por sí solas cuando estemos listos para recibirlas.

Éste es el momento de mitigar el dolor. Entonces, vayamos al paso dos:

Cierra los ojos e imagínate sentado frente a esa persona con la que tanto compartiste, que ya no está contigo. Trata de aquietar tu respiración hasta que respires lenta y pausadamente. Hasta que sientas tranquilidad al respirar.

Una vez lo logres, fíjate qué te une a esta persona, en forma de lazos unidos por moños. Pueden ser moños de colores, o blancos y negros, de anchos variados, que adopten distintas formas, lo que sí puedes hacer es visualizar distintas cintas atadas con moños. Algunos tendrán más claridad que otros, y unirán distintas partes de tu cuerpo al de la otra persona.

Ahora, lentamente, irás desatando una a una las cintas, moño por moño, y verás cómo te sientes diferente al hacerlo. Puede que aparezcan más lazos y más moños que los que veías al principio, es habitual tanto que haya más como que no los haya. Sigue desatándolos despaciosamente, hasta que te des cuenta que ya no hay ninguno. Tómate todo el tiempo que consideres necesario.
Hubo razones por las que compartieron tantos momentos de la vida juntos, y ésta no es la ocasión para internalizar los por qué o para qué, esto ya llegará a su debido momento, por añadidura.

El último paso es el más poderoso: agradécele a esta persona, desde lo más profundo de tu corazón, que haya pasado por tu vida. Respira lo más hondo que puedas. Fíjate cómo te sientes cuando suavemente pronuncias (en voz alta o para ti mismo) palabras de agradecimiento hacia esta persona que tan importante fue para ti.

Has liberado una gran cantidad de energía que bloqueaba algunas áreas de tu vida. Notarás que esta energía, junto al estado de calma al que finalmente llegues, te permitirá desenvolverte mejor en los caminos que de aquí en adelante transites.

Autor desconocido

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