Tomando con-ciencia

0

Publicado en Adulto Mayor, Mujer

EL ÚLTIMO TRAMO DE LA VIDA

Otoño de la existencia, cosecha de la vida

Oscar Echeverri, MD, EMPSP, ScD

Cambios cognitivos

Los cambios cognitivos se asocian con procesos mentales como sensación y percepción, memoria, inteligencia, lenguaje, pensamiento y resolución de problemas.

Los adultos mayores toman más tiempo en codificar, almacenar y recobrar información, es decir, se aprende menos rápido y con repetición, pero el funcionamiento ocupacional y social NO se deteriora. La memoria remota casi no cambia pero la reciente declina con la edad así como la capacidad para encontrar palabras. Estas alteraciones son fuente frecuente de chistes entre los mismos que las padecen. Por ejemplo, una mujer le pregunta a su amiga: ¿“como dices que se llama ese alemán que me hace perder la cabeza? Alzheimer!”- responde su amiga. Consuela saber que el conocimiento, la sabiduría y la creatividad a menudo crecen hasta el final de la vida y que en general, la satisfacción con la vida es tan buena, si no mejor, que en la juventud2.

Cambios emocionales

Tal vez lo más difícil de la vejez es aprender a manejar los cambios emocionales que trae consigo. Con el paso de los años van surgiendo incertidumbres y expectativas difíciles de resolver que pueden conducir a estados de depresión y desesperanza si no se enfrentan con actitud reflexiva.

Incertidumbre: Después de los 60 años, comienzan a ser frecuentes algunas preguntas: ¿Qué me espera en este resto de vida? ¿Podré seguir siendo útil y capaz de cuidar de mí mismo? ¿Perderé mis facultades mentales y mi vida perderá su significado? ¿Cómo cambiará la gente al relacionarse conmigo y qué tan importante soy para los demás? Las respuestas a menudo son indefinidas e imprecisas y entonces recurrimos a la ilusión de evadirlas haciendo dietas mágicas, consumiendo brebajes, montones de vitaminas y suplementos y practicando rompecabezas y otros ejercicios mentales.

Aprender a manejar la incertidumbre es quizás el ejercicio intelectual más importante en este tramo de la vida.

CÓMO VIVIR EL ÚLTIMO TRAMO DE LA VIDA

Llegar bien

Durante el viaje es muy importante enfrentar el último tramo del viaje con salud y medios económicos adecuados para sortear los cambios que traen la jubilación o el retiro. Comenzar con hábitos saludables desde joven o adquirirlos de inmediato: ejercicio, dieta sana, dormir suficiente, moderar el alcohol, y dejar el tabaco. Nunca es tarde para empezar: dejar de fumar a los 60 años de edad disminuye 50% el riesgo de morir prematuramente. En lo económico, habrá menos oportunidades de ser útil a pesar de la experiencia y el conocimiento acumulados, pues competimos con una sociedad que prefiere a los jóvenes en el mercado de trabajo. Por eso, una condición que debemos adoptar es la austeridad, que supone vivir dignamente con menos ingresos; prescindir de cosas innecesarias, suntuosas, superfluas, favorece el ahorro y alivia el reajuste económico que puede traer consigo la jubilación o el retiro. Puede ser conveniente considerar, si el “nido ha quedado vacío”, cambiar la vivienda y conseguir ahorros sustanciales.

Tomar conciencia
Es de vital importancia aceptar que el peso de la vida se vuelve cada vez más incómodo, pero que no podemos sucumbir ante él. Enfrentar múltiples incertidumbres, temores (sobre todo al rechazo), nostalgias, recuerdos, pesadumbres, arrepentimientos es una tarea de aprendizaje que nos permitirá llevar con dignidad ese peso en el último tramo. Algo que ayuda enormemente en esa tarea es llenar la pizarra.

Llenar la pizarra
En el último tramo de vida se llega natural e inexorablemente a una situación cuyas condiciones son inevitablemente distintas. Un nuevo proyecto de vida para el tramo que queda de vida requiere poner claramente en la pizarra mental las respuestas a tres preguntas definitivas: ¿Qué quiero ser? ¿Qué quiero hacer? ¿Qué quiero tener?
Ser: Primero, debo aceptar que ya fui! y que debo aprender a ser otro. Debo aprender a encontrarle un nuevo sentido a la vida cotidiana y no enclaustrarme. Advirtiendo mis limitaciones, debo proponerme a aprender algo nuevo: voluntario social, músico, el mismo profesional sirviendo a menos afortunados, jardinero, pintor… Sobre todo, si no aprendí antes, debo ser capaz de perdonar, pues es condición necesaria para amar.

Hay que olvidarse de la utopía del ocio ilimitado en la vejez; el ocio puede convertirse en ansiedad y angustia existencial que pueden ser muy perjudiciales; el ocio contemplativo y creador es para genios; querer dormir hasta bien tarde, casi nunca es posible, pues cada vez menos necesitamos dormir 8 horas; leer y escuchar música son opciones que deben administrarse bien para evitar la monotonía. Escribir es una forma de usar bien el tiempo libre y es muy gratificante, pero requiere disciplina.

Hacer: Más que hacer algo, la clave es hacerlo con otros; familia, amigos, vecinos. Inventar algo nuevo y fácil de hacer: una tertulia, un juego, viajes, leer, pintar, cultivar flores, hortalizas, etc. Hay que evitar en lo posible la inactividad, pues conduce a estados de apatía, soledad y descuido personal.
En este tramo de vida hay más oportunidades de realizar sueños pues ya hemos descargado la mayor parte de nuestras obligaciones con los demás: hacer un viaje a ese lugar que siempre soñamos, hacer un crucero, o volvernos a sentir inmortales lanzándonos en paracaídas…

Tener: Ya tengo lo que pude o lo que quise: amigos, satisfacciones, dinero, poder, prestigio. Tener lo que necesito se facilita si aprendimos a ser austeros con el paso a la jubilación o el retiro. Además, si aprendí a no tener odio, envidia o avaricia, estaré a salvo de las enfermedades más peligrosas del corazón. Y si supe tener amigos, sólo hay una cosa mejor que tener nuevos amigos: conservar los viejos. Por algo Séneca dijo que “al repasar lo ya vivido, la felicidad que he podido disfrutar se debe principalmente a la amistad”.

Dónde y Cuándo?

El peor escenario para manejar la fragilidad del envejecimiento es la práctica mercantilista de la medicina, pues ella se caracteriza por una avalancha de exámenes de laboratorio, procedimientos y tecnologías usualmente poco asequibles por lo costosas y no siempre efectivas ni exentas de riesgos, que solo arrojan un mar de datos donde cada vez más se ahoga el médico. Él olvida fácilmente que quien está siendo medido o intervenido es un ser humano con ansiedades, incertidumbres y expectativas. Es el paciente frágil que, envejeciendo, le recuerda el principio sagrado de “primum non nocere” y las virtudes de la compasión y el respeto que un buen médico debe tener por sus pacientes. Atul Gwande, en su magnífico libro “Being mortal” dice que hay cuatro preguntas que deben guiar las decisiones del paciente que está al final: ¿Cuál es su entendimiento de la situación y de los resultados que potencialmente vendrán? ¿Cuáles son sus miedos y cuáles son sus esperanzas? ¿Cuáles son los sacrificios que está dispuesto a hacer y cuáles no? y ¿Cuál es el curso de los hechos que satisfacen de manera más cercana sus expectativas dada la realidad de la situación?

Cómo es
En conversaciones ocasionales en las que surge el tema de la muerte, es frecuente que la gente diga que lo ideal es morir súbitamente o por un infarto fulminante. Esto le ocurre solo al 10%, mientras que al 90% le espera el deterioro gradual final con profundo impacto en la persona y sus cuidadores. Los médicos tiene poco o ningún entrenamiento en manejo del proceso final, y menos aún, la familia.

CONSEJOS PARA SABER ENVEJECER
De un correo de internet extracté algunos consejos que considero equilibrados y comedidos:

1. Cuida tu presentación día a día.
El baño diario, la ropa y tú oliendo a limpio, a buen gusto. Que al verte, se alegren tu espejo y los ojos de los demás.

2. – No te encierres en tu casa.
Visita amigos y familiares. Descubre tu ciudad, visita el campo… El agua estancada se pudre y la máquina inmóvil se enmohece.

3. – Haz del ejercicio físico tu gran hobby.
Despégate de la cama y del sillón. Un rato de gimnasia, una caminata, regar las rosas. La pasividad debilita, la actividad fortalece.

4. – Evita actitudes y gestos de viejo derrumbado.
Que la gente diga: Qué bien cuidado el señor, qué guapa la señora, las canas le lucen, las arrugas se esfuman con una sonrisa.

5. – No hables de tu edad ni de tus achaques reales o imaginarios. A la gente no le gusta oír historias de hospital. Cuando te pregunten ¿Cómo estás?, contesta: bien, gracias. Mejor que ayer.

6. – Cultiva el buen humor cada día.
Sé positivo en los juicios, alegre y amable con los demás. El corazón no envejece, el cuero es el que se arruga

7. – Trabaja con tus manos y con tu mente.
Una ocupación artesanal, un rato de lectura, de música, de TV, aprender, aprender hasta el fin da más vida.

8. – Conserva vivas y cordiales las relaciones con los demás. Convive sin inmiscuirte en los problemas de los demás, a menos que te pidan un consejo: ver, oír y callar.

9. – Trata de ser útil a ti mismo y a los demás.
Bástate a ti mismo hasta donde sea posible, ayuda con una sonrisa, un consejo, un servicio: una vez terminado el juego, el rey y el peón vuelven a la misma caja.

10.-No pienses que “todo tiempo pasado fue mejor“.
Navegar la vida siempre será inolvidable “Vida: nada me debes. Vida: nada te debo. Vida: estamos en paz.” Rubén Darío

Escribenos tu comentario