Publicado en Risa - Terapia
“Él viudo y ella viuda, de muchos Abriles encima cada uno, se conocían hacía varios años.
Coincidieron en una fiesta y juntos bailaron.
En la medida que entraba la noche, mucho platicaron. Al calor de unas copas, más tarde se llenó de valor y le propuso matrimonio sin más preámbulos preguntándole:
- “¿Quiéres casarte conmigo? ‘
Sorprendida y encantada de inmediato ella respondió:
- ¡Sí. Sí, acepto! ”
Siendo la 1 a.m. se acabó la fiesta y cada quien partió hacia su casa.
A la mañana siguiente, él despertó preocupado y dudoso se cuestinó. “¿Ella, djo “sí” o dijo “no”?
Hurgó en su precaria y no podía recordar. Lo intentó y lo intentó, pero simplemente no recordaba, no tenía ni siquiera una vaga idea; inquieto, tomó su calular (móvil) y llamó a su amiga. Le explicó que su memoria no era tan buena como solía serlo. Luego le recordó la noche hermosa, que habían pasado y con un poco más de coraje, le preguntó:
- “Cuando te pregunté si querías casarte conmigo, ¿dijiste, sí o no?’
Él extasiado quedó al oírla decir:
- “Te dije que ¡sí!, que sí, acepto y, lo dije con todo mi corazón.” “Y estoy muy feliz de que me llamaras, no podía recordar quién me lo había pedido.”