Uno que llegó

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Publicado en Risa - Terapia

UN MARIDO ASÍ..¡NO TIENE PRECIO!
El hombre despertó aquella mañana con un tremendo chuchaque. La noche anterior se había pegado una parranda fuera de casa… bebió como un loco, ni siquiera se acordaba como había regresado a su casa. Preso de un dolor de cabeza lacerante, tenía miedo aún de abrir los ojos pues lo esperaba, de seguro, la encabronada de su mujer.. Abrió los ojos como pudo, y lo que vio ¡lo dejó atónito!: sobre la mesa de noche estaba una pequeña hielera, llena de cubitos de hielo, con un par de cervezas bien frías. Al lado, había un par de tabletas efervecentes y un vaso de agua. Recargado en el vaso estaba un sobrecito perfumado; el tipo anonadado, abrió el sobre y en su interior halló un recado que decía: – Amor mío, vida de mi vida: perdona que no esté aquí para atenderte’…Salí un momento, pero regreso al rato para estar contigo. Te he dejado estas cosas sobre la mesita para que alivies el malestar que quizá sientas después de la borrachera de anoche. Te he preparado un caldo como a ti te gusta, pollo y res, que te espera en el comedor. Le pedí a nuestro hijo que te lo sirva y que esté pendiente de ti. Te dejo un beso con todo mi amor. Tu esposa que te adora. El hombre no daba crédito a sus ojos. Bebió con deleite las dos cervezas bien frías, se bañó, se vistió y bajo al comedor. Ahí, en efecto, lo esperaba su hijo, que lo saludó con cariño y le sirvió el caldo preparado por su madre. Se lo tomó en silencio. Él, asombrado pensó…-¿Qué esta sucediendo?’ ¿Soñaba acaso? ¿Era aquello una vana ilusión de los sentidos? Entonces, se atrevió a preguntar con timidez: ‘¿Qué pasó anoche, hijo?’ Le respondió presto el hijo: -Llegaste a las 3 de la mañana y venías en completo estado de ebriedad. Chocaste el carro en la puerta del garaje; le diste una patada al gato; te vomitaste en la sala y arruinaste la alfombra que mi mamá acababa de comprar, te measte en la cocina, luego te caíste en la escalera y ahí quedaste privado, sin sentido. Tuvo que despertarme mi mamá para que la ayudara a llevarte a la cama’. Perplejo pregunta el señor: -¿Y entonces?…¿por qué todo esto?… ¿por qué las cervecitas y el amoroso recadito, y el tremendo caldo y todas estas finas atenciones? – Responde el muchacho: -Porque mamá te iba a desvestir en la cama y cuando empezó a bajarte los pantalones tú dijiste:

“¡QUIETA!…¡¡¡QUE SOY CASADO!!!”

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