Publicado en Yoga
Por. Nataly Jiménez R.
Cuando comprendemos el yoga como una forma de mantener armoniosamente el cuerpo y el espíritu, uno de los principios que ayudan en el camino es el que se conoce con el nombre en sanscrito de Stira-Suka.
Stira quiere decir “estabilidad”, Suka “flexibilidad”; dos elementos esenciales no sólo para el que practica el yoga postural sino para todo aquel que busca armonía en su vida. Imaginemos una palmera: su tronco es estable, sus raíces son fuertes y al
mismo tiempo sus hojas pueden moverse con toda fluidez pese al viento más violento.
El camino para llegar a ese estado de armonía en ciertos casos es largo y lleno de obstáculos, sin embargo, lo interesante es andarlo: el aprendizaje se hace mientras hacemos la experiencia.
Siendo estables en nuestros propósitos, en nuestros compromisos, siendo conscientes de nuestra presencia en todo lo que hacemos, logramos permitimos aligerar las tensiones, tomar la vida con placer y volvernos flexibles a ciertas situaciones en las que la rigidez no permite avanzar.
La estabilidad surge de la confianza que se tiene así mismo, no de la fuerza, ni de la seguridad; la ligereza surge de la capacidad de liberarse de las tensiones, de simplificarse la vida, de disfrutarla
plenamente.
La próxima vez que se encuentren, por ejemplo, en la postura de “uttita trikonasana” (el triangulo), traten de recordar Stira-suka, sientan bien sus apoyos, la estabilidad de sus piernas, abran sus brazos como si se tratara de alas que se despliegan firmes y ligeras y
mantengan esa sonrisa en el alma…
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