Evangelio

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Publicado en Armonía, Benefactores, Esoterismo

“El mundo de Dios y el humano están en contacto y la escalada de comunicación con Él está plantada, no en el templo, ni en un santuario, ni en un altozano o en cualquier otro lugar sagrado, sino allí donde los hombres y mujeres transitan, van de camino, descansan o se echan a dormir”

Dolores Aleixandre

No temáis, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha querido daros el Reino. Vended vuestras posesiones y dad limosna. Acumulad aquello que no pierde valor, tesoros inagotables en el cielo, donde ni el ladrón se acerca ni la polilla roe. Porque donde está vuestro tesoro, allí está vuestro corazón.

El Reino es el regalo que el Padre ha hecho ya a la humanidad en Jesús.

Nuestra alegría y nuestra tarea es acoger ese don y mostrarlo al mundo.

Cuando hayamos llenado nuestro corazón con lo fundamental, podremos desprendernos y abandonar lo superfluo y secundario.

No por obligación o deber, sino por la alegría de sentirnos más libres y más felices.

El corazón humano se centra siempre en su tesoro, por eso es tan importante elegir bien ese tesoro.

¿Dónde tengo puesto mi corazón, mis intereses, mis anhelos?

Tened ceñida la cintura, y las lámparas encendidas. Sed como los criados que están esperando a que su amo vuelva de la boda, para abrirle en cuanto llegue y llame. Dichosos los criados a quienes el amo encuentre vigilantes cuando llegue. Os aseguro que se ceñirá, los hará sentarse a la mesa y se pondrá a servirlos.

Vigilar es un estilo de vida, es no instalarse, no estar satisfechos con lo conseguido.

Vivir en esperanza activa. Dejar sitio a Dios.

Tener la mirada en la meta sin descuidar el camino, siendo protagonistas, no sólo de la “espera” del Reino, sino de su construcción, ya ahora.

Tiempo de vigilancia y de espera es tiempo de gozo, de trabajo, tiempo de servicio y de responsabilidad, tiempo de discernimiento.

Si viene a media noche o de madrugada, y los encuentra así, dichosos ellos. Tened presente que, si el amo de la casa supiera a qué hora iba a venir el ladrón, no le dejaría asaltar su casa. Pues vosotros estad preparados, porque a la hora en que menos penséis vendrá el Hijo del hombre.

Los criados son ya dichosos. No porque serán recompensados, sino por la alegría, la preparación y el deseo de la espera y del encuentro.

No saber el momento de la venida del Señor es motivo de confianza y de paz, es saber que cada hora es una ocasión para amar a Dios y a los demás, que en cada instante resuena su llamada de formas múltiples y variadas.

Pedro dijo entonces:

–Señor, esta parábola ¿se refiere a nosotros o a todos?

Pero el Señor continuó:

–Vosotros sed como el administrador fiel y prudente a quien el dueño puso al frente de su servidumbre para distribuir a su debido tiempo la ración de trigo. ¡Dichoso ese criado si, al llegar su amo, lo encuentra haciendo lo que debe!

 Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes.

También se refiere a nosotros, a todos.

Es una invitación a vivir con los ojos bien abiertos para conocer donde está el verdadero bien.

Luego, obrar en consecuencia para ser felices.

Vivir siempre con perspectiva de futuro, potenciando al mismo tiempo la responsabilidad de cada día.

Pero, si ese criado empieza a pensar: “Mi amo tarda en venir”, y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer, a beber y emborracharse, su amo llegará el día en que menos lo espere y a la hora en que menos piense, lo castigará con todo rigor y lo tratará como merecen los que no son fieles.

Jesús puede referirse a su última venida, al momento de nuestra muerte y también a la vida de cada día, para que no desaprovechemos las múltiples ocasiones que se nos presentan de ver su presencia, en la Palabra, en las personas que encontramos en nuestro camino, en los acontecimientos de cada día donde se hace presente…

El criado que conoce la voluntad de su dueño, pero no está preparado o no hace lo que él quiere, recibirá un castigo muy severo.

En cambio, el que sin conocer esa voluntad hace cosas reprobables, recibirá un castigo menor. A quien se le dio mucho, se le podrá exigir mucho; y a quien se le confió mucho, se le podrá pedir más.

La exhortación a la vigilancia y responsabilidad no puede hacernos caer en el miedo o agobio. Al contrario, debe llevarnos a la serena y profunda certeza de que estamos en manos del Padre que nos quiere y nos regala el Reino, plenitud de Vida.

“Dios Padre ha tenido a bien daros el reino” (v.32)

“A tu disposición”

Señor, quiero ponerme a tu disposición, para el servicio de tu Reino, para el trabajo que creas conveniente.

Deseo servirte y me pongo a tu disposición con lo que tengo, con lo que soy.

Cuenta conmigo también hoy, porque para mí poder servirte es un premio, es una bendición.

Juanjo Elezkano

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