La vanidad

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Publicado en Fábulas

El asno engreído

Te invito a reflexionar hoy sobre la vanidad humana. “La cola del pavo real honra al que la creó; pero, el pavo no tiene nada que ver en ello”, (J. Leclercq). “El vanidoso es como un gallo que se imaginara que el sol sale para oírlo cantar”. “Vasito de barro: ¿por qué te quieres poner tan alto? ¿No ves que si te caes, te quiebras? ¿No sabes que el aroma de tus flores se percibe mejor si estás abajo?”, (V. Gar-Mar).

Una vez le tocó a un asno cargar la imagen de un dios por las calles de una ciudad para ser llevada a su templo. Y por donde él pasaba, la multitud se postraba ante la imagen. El asno, pensando que se postraban por respeto hacia él, se erguía orgullosamente, dándose aires y negándose a dar un paso más. El conductor, viendo su decidida parada, lanzó su látigo sobre sus espaldas y le dijo: —¡Oh, cabeza hueca, todavía no ha llegado la hora en que los hombres adoren a los asnos! (Esopo).

La humildad consiste en el reconocimiento de que Dios es el autor de todo bien. De él proviene todo cuanto tenemos y somos. Y también cuanto tiene y es nuestro prójimo. Por eso no cabe el sentido competitivo de la vida, que está en el fondo de la actitud soberbia y envidiosa. Que intentes vivir en lo concreto de cada día esta sólida verdad.

Padre Natalio

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