“Dios mío, mira mis nerviosismos, mi inquietud interior y pacifícame,
Señor, calma mi corazón perturbado, derrama en él tu paz divina.
No dejes que me llene de ansiedades y obsesiones,
porque nada de este mundo vale tanto, nada es divino.
Jesús, cura mi ansiedad con tu mirada paciente.
Ayúdame a luchar con paz y gozo,
caminando firme, sereno sin prisas.
Quiero trabajar bajo tu luz,
sabiendo que comprendes mis errores
y que siempre puedo empezar de nuevo.
Porque tú tienes confianza en mí,
me esperas, y deseas que viva sanamente.
Contigo todo será para bien, aunque yo no pueda verlo.
Aplaca mi interior inquieto, seréname y pacifícame.
Amén”