¿Quien a hierro mata a hierro muere por la mano de uno?

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Publicado en Correspondecia Recibida, Esoterismo, VISIBILIDAD

¿Quien a hierro mata a hierro muere?

No hay que dejarnos dividir.
No pretendo insistir sobre lo revaluada que quedó está citada ley mosaica una vez que con la venida, obra y testimonio de Jesús, quedó abolida dentro de la filosofía cristiana y católica para otros. Erigirse como juez ad honorem, supone una gran responsabilidad para con uno mismo.

El perdón, la reparación y el olvido, así como el principio de no repetición y el arrepentimiento, suponen ver no sólo un único escenario y sobre él “pontificar”.
Ignorar el diverso presente y el futuro y, sólo gravitar sobre el pasado, sólo da para más de lo mismo: el estancamiento. Y lo que es peor, continuar generando una cadena sin fin de causas y efectos, todos ellos malignos para las presentes y futuras generaciones.

En el correr de los tiempos, son las personas que ejerciendo poder pasajero y limitado en el tiempo, con sus apetencias, las que han generado en su inmediato entorno o en su país, daños a otros que jamás quedarán impunes. Con o arrepentimiento, la justicia terrena en muchos casos los ha castigado de diversas formas y una de ellas es con el confinamiento. Hasta el Papa hoy, se ha pronunciado contra la pena de muerte como pena capital para aquellos que han infringido las Leyes. Pero eso no quiere decir, que muchos componentes de la sociedad y fieles no quieran desearla para aquellos que han hecho mal. Olvidan que el deseo en el corazón, también los puede hacerlos merecedores de condena.

Quizá el presente escrito, esté planteado para quien necesite una explicación del porqué tan poquitas penas (5 a 8 años), como si la pena los pudiera apartar de poder continuar haciendo el mal. Ignoran que se parte de la voluntad manifiesta de que quienes se acogen a la paz, renuncian a continuar en la guerra. Esta última manifestación de buena voluntad, es lo que define el contexto de un presente mejor que el inmediato pasado. Un perdón que no encierre el principio de no repetición no es justificable. Así como no se justifica un conflicto sin fin.

Esté donde se esté, arriba o abajo, en la derecha o a la izquierda, con armas en la mano o sin armas, con poder o sin poder,en lo público o en lo privado, escondido o expuesto, no importa desde donde se tire la piedra o se haga daño o haya hecho daño a un semejante, bien sea como verdugo, sicario, oculto, o a través de otros, no se puede, bajo ningún motivo, razón o circunstancia, eludir de las consecuencias en cuerpo propio y en donde más le duela, a quien lo ha
infringido o causado. No hay escapatoria posible a ese “causa y efecto”. No hay escapatoria posible o en esta vida o en la propia, en carne propia o donde más duela, esté equivocado o no. Y cuantas veces y encarnaciones es menester para que se aprenda la lección. Aquí la ignorancia, el argumentar que se estaba cumpliendo órdenes, etc., no exime de la responsabilidad ni del karma.
Es inexorable el pago de la pena. Y lo que es más: no se necesita de policías para tomar prisionero al responsable, tampoco de un jurado, de un fiscal para acusar, ni de un juez y mucho menos de alguien en particular. Alguien puede hacer daño económico, a la naturaleza, a la vida, etc., pero nadie absolutamente puede escapar al karma y por lo tanto, ya sea por ignorancia o conocimiento de causa, lo pagará tarde o temprano al 100% para que pueda aprender a no hacerlo jamás y lo que es importante, esa justicia no necesita que nos sigamos llenando de odio que propicia en sí un continuo devenir de los mismos acontecimientos a causa de la ignorancia de la ley de Causa y Efecto y de lo que la ley del Karma puede afectar a aquellos espíritus de corazón duro e intransigente, que no han aprehendido a saber perdonar.

Se es responsable de si mismo y las leyes espirituales bastan para todos, hay que evitar igualarnos con aquellos que nos quieren tomar como simples ovejas y cajas de resonancia del odio, haciéndonos creer que el mundo que ellos conciben para nosotros es el mismo que la Voluntad de Dios nos ha deparado las noche de los tiempos.
Es el Estado como garante de la paz conseguida, quien debe preservarla. Y es el temor a la guerra y sus consecuencias, el que debe expulsarse de nuestros corazones. La paz como derecho es lo que debemos disfrutar y a lo que todos sin excepción, sin fomento de odios y retaliaciones, debemos como ciudadanos contribuir. Son 46 millones los que necesitamos la paz y lo que si debemos es exigir que todos como ciudadanos exijamos que todos los funcionarios públicos sin excepción cumplan con su deber explícito en la Constitución de 1991 y sin interpretaciones con fines egoístas.

Ciertamente, hay que desarmar los espíritus pues un espacio de paz para Colombia es la que debemos apoyar para que así nuestros hijos puedan tener la oportunidad de aprender a amar de verdad.

José Dolores

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