Publicado en Correspondecia Recibida, Dinero, Economía, Informática y Computación, Ingenierías, Trabajo / Empleos, VISIBILIDAD
A causa de la tendencia de tratar de asimilar la tecnología a intereses particulares, de rosca o pretender parar el desarrollo y el tiempo, a expensas del consumidor y la competencia, las formas caducas y dañinas pretender también perpetuarse amañando la tecnología a sus intereses financieros.
Cuando en transporte de personas o cosas, se pretende enlazar los beneficios que la tecnología a través de las aplicaciones y otras mejoras que en favor del consumidor o usuario se van presentando, con exigencias tales como inscripciones, decretos y resloluciones restrictivas, lo que se busca en el trasfondo en que “los mismos y únicos sigan con las mismas.”
Grave vemos para la Red, para la tecnología, el desarrollo y la democracia, el que los Gobiernos o ministerios expidan “medidas” lesivas al consumidor o usuario que dizque con el dudoso ánimo de evitar la ilegalidad o informalidad por ejemplo, en el caso del transporte. En el contexto. lo que se nota es tratar de ponerle bozal a lo que con creatividad se puede conseguir en beneficio del usuario.
En el caso de UBER, lo mismo que con cualquier otra empresa, si usa la tecnología o no, es cuestión de usar cualquier estrategia de venta que podría usar cualquier vecino de barrio. Al gobierno o al Ministerio de transporte lo que debe importarle es que si una empresa devenga ingresos y utilidades, pague impuestos.
Como usuario, no soy partidario de UBER. No está dentro de mi alcance de consumidor. Lo que si veo claro, es que la cuestión no es UBER. La cuestión es que UBER quiso saltarse y ser empresa de transporte, porque recauda o devenga a través de una tarjeta de crédito el valor del pasaje en un 100%, eso es todo. Luego, como empresa de transporte debe registrase. Pero, meter en el asunto a las aplicaciones (app) es íncreíblemente tendencioso y perseguidor del progreso pues se puede extender a todas y todo, a la vez que se enaltece la incompetencia, el mal servicio, costos altos, la mediocridad y las “roscas” que tanto daño hacen al usuario que necesita estirar sus recursos.
La tecnología o las aplicaciones no tienen porqué someterse a los caprichos de quienes han disfrutado de una posición oligopólica y lesiva al usuario que en la práctica es ocasional, pero como consumidor tiene derecho a escoger. Y si utiliza una aplicación (app) para comprar un servicio, ello es a entera responsabilidad de las partes. Esto quiere decir, que las aplicaciones (la inteligencia, la imaginación, la creatividad) no tienen porqué ser perseguidas simplemente porque su finalidad es beneficiar a la generación de más empleo y oportunidades para todos.