Publicado en Sicología
La ansiedad, las penas, el descontento, los remordi¬mientos, la desconfianza, tienden a quebrantar las fuerzas vitales y a provocar el debilitamiento y la muer¬te.
En ocasiones, es la imaginación la que provoca la enfermedad o la agrava, y muchos inválidos recupera¬rían la salud si se convencieran de ello. Otros piensan que cada pequeña corriente de aire provocará una enfermedad, y el mal viene, en efecto, porque se lo esperaba. Otros hasta mueren de enfermedades cu¬yas causas son puramente imaginarias.
Entre las causas objetivas más frecuentes de afec¬ciones mentales tenemos el alcoholismo y la sífilis. Sin embargo, en la mayor parte de los casos estas causas son ignoradas. Si la herencia parece a veces influye, lo hace más bien al provocar cierta predisposición a las alteraciones mentales. De todos modos, con frecuen¬cia las alteraciones de la mente son debidas a sufri¬mientos familiares o conyugales y al “surmernage”. En otras ocasiones, son los "traumatismos psíquicos", en relación con situaciones de imposición o de angus¬tia, o del sentimiento de sentirse despreciado o expo¬liado lo que desemboca en un estado de inadaptación y en una tentativa de compensación.
Los trastornos orgánicos o funcionales pueden reper¬cutir sobre el psiquismo, como en el caso del asma y de la invalidez.
Los" pequeños estados" de irritabilidad, de depresión nerviosa u otros disturbios, pueden ex¬plicarse sencillamente por las características y exigen¬cias de la vida moderna; de ahí la benéfica influencia de la tranquilidad y el reposo.