Publicado en Correspondecia Recibida, Sugerencias
“Cierto día, mientras conducía por una avenida, un joven me hizo insistentes señas para hacerme creer que tenía pinchada la llanta delantera del lado del pasajero. Como estaba cerca a mi destino, no le hice caso. Diez metros más adelante, otro joven, que estaba del otro lado de la vía, me señaló la misma llanta. Y más adelante, pero cerca de los anteriores, otros dos muchachos me hicieron la misma indicación.
Como estaba próximo a mi destino, y no había sentido nada raro que me indicara que la llanta estaba pinchada, hice caso omiso y continué.
Ya en el parqueadero, revisé las llantas y todas estaban bien. No había ninguna baja de aire ni estallada, ni un rayón, ni nada que esos jóvenes me pudieran haber señalado.
La conclusión es que me iban a robar al carro. ¿Cómo? No lo sé, pero supongo que si me hubiera detenido a revisar la llanta, mientras desciendo del carro el que está más próximo a mí se me hubiera acercado acompañándome hasta el lado opuesto del conductor, mientras los otros cómplices se acercaban al auto. De ahí en adelante cualquier cosa puede pasar: Me atacan y huyen; me amedrentan con un arma mientras se suben al vehículo; otros cómplices pueden estar en moto cerca para ayudar; etc. etc.”