Publicado en Arte y Cultura, Observatorio, Prensa hablada y escrita
“A finales del siglo XVI, con la Contrarreforma y la Inquisición, Holanda se convirtió en asilo para editores y tipógrafos, cuando en el resto del continente los libros eran perseguidos, pues se consideraba que eran instrumentos no convencionales para pensar y actuar, en contra del statu quo dictado por los poderosos. El presidente de la Cámara Colombiana del Libro, Gonzalo Arboleda, trae este dato a colación para advertir que si Colombia anhela un despegue definitivo debe propender por una política del libro que lo perpetúe como transformador de la sociedad”.