¿De quién es la culpa?
¿De quién es la Culpa?
Autor: Efrain Lesmes Castro
Prólogo
Durante 20 años, muchas personas me han buscado como una alternativa para tratar de resolver su deteriorada condición de salud; ésto me ha permitido aprender del dolor humano y, también, reconocer en el SER humano un enfermo por ignorancia, porque existiendo todas las condiciones para mantenerse en salud, difícilmente logra conseguirlo. Esto puede sonar duro y drástico, pero se deben reconocer los errores cometidos porque, de no hacerlo, se transformarán en padecimientos de salud y dolor.
Por no aceptar y no asumir nuestra responsabilidad de mantener el equilibrio, y el continuar con las mismas prácticas heredadas de nuestros ancestros –aceptadas como verdad absoluta–, debemos pagar las consecuencias en la salud. Los errores de los abuelos fueron repetidos por nuestros padres; posiblemente mañana nuestros hijos repetirán con nuestros nietos tal como nosotros hacemos hoy con ellos. Esta cadena es necesario romperla en algún momento para no continuar deteriorando la especie. Y ese momento es ¡HOY!
Ahora bien, en algún momento detectamos equivocaciones en nuestros padres (o quienes los representen) y no hicimos algo por solucionar esa situación debido al miedo generado por el poder y la fuerza ejercidos por ellos en ese instante. Sumado a lo anterior, existe algo, tal vez con mayor fortaleza: La SOBERBIA (manifiesta en todos); a través de ésta, generalmente volvemos a repetir las mismas equivocaciones, los mismos errores, como ya se ha comprobado en numerosos estudios.
Considero importante aclarar: Lo realizado por nuestros ancestros ha sido lo mejor disponible en ellos para entregarnos; lo heredaron y se propusieron expandirlo con las mejores intenciones. No se gana con culparlos por el hoy. Debemos agradecerles siempre por su honestidad y honradez. Así era su perfección. Hoy podemos estar conscientes de la necesidad de un cambio para evolucionar. Y nos corresponde hacer un compromiso con nosotros mismos para cambiar y progresar. Ellos ya cumplieron, ahora nos corresponde hacer lo propio.
Se pregona: Recorriendo el mismo camino (nunca es el mismo), se llega al mismo sitio (tampoco es el mismo); y, si seguimos actuando como hasta hoy, tendremos en el futuro resultados similares a los obtenidos en el pasado. Si revisamos algunos conceptos y corregimos nuestro rumbo, es posible llegar a la meta por muchos buscada: Cumplir nuestra misión, manteniéndonos en armonía con el Cielo, con la Tierra, con la Humanidad y con nosotros mismos. Así, trascenderemos a niveles superiores.
Los Maestros, a lo largo de la historia de la humanidad, nos han advertido acerca de la conducta adecuada para mantenernos dentro de esa armonía. Esa información la hemos manipulado para favorecer nuestros propios intereses y sacar provecho de cada situación. La hemos utilizado como argumento para reclamar nuestros derechos dejándola de lado cuando no nos conviene. El no juzguéis y no seréis juzgados; que tu mano derecha no se dé cuenta del hacer de tu mano izquierda; no hagáis a otros lo que no quieras que te hagan ti y otras tantas enseñanzas, las usamos en contra de los demás, apoyándonos en el “ojo por ojo y diente por diente”.
Los Maestros nos enseñaron normas de vida, de conducta, no procedimientos médicos. A éstos tendremos que acudir si no aceptamos vivir como nos lo han sugerido. En ese caso, es necesario acudir al Sanador buscando su ayuda para tomar un nuevo rumbo.
Un Sanador nos hace reconocer los errores sin intervenir en nuestra propia vida, en nuestras propias decisiones; es alguien dispuesto a servirnos sin condiciones, sin amenazas, con autoridad moral respaldada por su forma de vivir la vida.
Mantener buena salud es nuestra obligación, si queremos cumplir cabalmente con la responsabilidad implícita de dejar un legado fiel y puro a nuestros herederos.
Con esta visión me he propuesto compartir aquello aprendido de lo que me han compartido las personas. Me he visto reflejado en los enfermos, he sentido las mismas debilidades y he cometido errores similares. Eso hace parte de mi proceso.
He querido mostrar el camino recorrido para adquirir una visión diferente de la vida, razón por la cual me permito agradecerles, pues al buscar –ellos– ayuda para su vida, los convirtió en maestros de ellos mismos y míos a la vez.
No he de olvidar mis fuentes. En mis Guías, mis Maestros, mis Amigos y la asistencia permanente de la fuerza de la Creación, he encontrado el impulso sutil y constante para revisar el “que hacer”.
He pasado a la Medicina Alternativa con la ventaja de tener una preparación académica en la electricidad. La corriente eléctrica solamente es el movimiento de un electrón –al cual no se le puede ver– y el estudiar el comportamiento de este elemento facilita el manejo del concepto de energía –Qi = soplo– de la Medicina Tradicional China –MTCh–.
La fuente de la información legada por los chinos no fue escrita por médicos. Los chinos no estudiaron Medicina en Universidades occidentales –no existían aún– para definir sus conceptos, los cuales no han cambiado a lo largo de cerca de 6.000 años.
Mi aporte lo constituye los minutos dedicados a hacer la transcripción para ustedes. Lo expuesto es recopilación del acontecer diario. No es verdad absoluta; son conceptos y pueden rebatirse todos en cualquier momento.
Someto a consideración de ustedes lo que he recibido de otros, lo cual me ha sido de gran utilidad. Las necesidades de ustedes pueden estar en otro nivel, en otro plano, y podrán suplirlas en muchas fuentes. Agradezco la oportunidad brindada y espero llegue a servir a alguien; eso justifica el esfuerzo realizado.
Muchas gracias.
EFRAÍN LESMES CASTRO
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