¿De quién es la culpa?
¿De quién es la Culpa?
Autor: Efrain Lesmes Castro
Deje ser al proceso
En otra ocasión recibí un niño de unos cinco años traído por la mamá por alguna molestia de salud. Se hizo la revisión y se sugirieron algunos procedimientos y algunos cuidados a tener en cuenta, con la recomendación de informar al cabo de unos días.
Cinco días después llama la mamá para informar sobre los cambios producidos, advirtiendo una mejoría en todo lo referido por ella. Sin embargo, comenta: “No le dije de la tos de mi muchacho y esa sí no se le ha quitado”.
Ella tenía la seguridad de no haber comentado sobre el síntoma del niño para el que ahora requería atención.
Al revisar la historia, se encontró que se había sugerido, por las necesidades del niño, procesos que tienen una acción muy especial sobre la tos. Se le hizo saber eso a la señora, y replicó: “Pero yo no le dije nada de la tos”.
Se le sugirió, entonces, proceder con la terapia con una mayor frecuencia y se le pidió el favor de volver a llamar unas horas después. Y evidentemente, la tos persistente se calmó.
Llama la atención que el proceso “obró” después de estar segura la mamá de su acción sobre la tos. Y no había tenido respuesta en cinco días.
Esa capacidad mental a nuestra disposición es una herramienta a emplear para resolver muchos aspectos de nuestra vida, si pudiéramos aceptarla y confiar en ella. Pero, la empleamos en muchos casos, sólo para hacer daño.
Posiblemente se llame a eso mismo Fe, cuando se emplea para lo bueno; pero cuando la empleamos para bloquear cualquier cosa, buscamos un culpable para descargar en él la responsabilidad de nuestro procedimiento.
Veamos: A la hermana de un amigo terapeuta se le presentó un problema de gota y ella le manifestó la intención de visitar a un Homeópata en un pueblo vecino; el amigo, sin embargo, le dio unos medicamentos homeopáticos para su caso, pero dos semanas después la hermana le dijo: “sigo lo mismo, los medicamentos no me han servido”.
Asistió entonces a la consulta del Homeópata referido por ella y una semana más tarde le comentó a su hermano sobre los buenos resultados de los medicamentos formulados. Acudió entonces el amigo a casa de su hermana y solicitó que le mostrara los medicamentos de que le habían dado buenos resultados y los sugeridos por él. Resultaron ser exactamente los mismos, comprados en la misma farmacia.
¡Cómo cambiaría el mundo si pudiéramos utilizar esa fuerza! Muchos tal vez no la hemos estrenado. Desde luego, no es un invento nuestro, son los dones puestos por el Creador en todos nosotros.
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