Notas al margen Por: José Neira Rey
1.-No hay peor drama, para una situación desesperada, que tocar al corazón de quienes son familiares y amigos, esperar y no encontrar a nadie, que escuche y ofrezca la asistencia requerida.
Así y en esas condiciones, se halla la frontera colombo-venezolana, porque pese a la reiterada insistencia en el pedido de atención y en procura de cooperación y ayuda, los centros nacionales, en un demostrable e insensible olvido a la periferia y a la población allí asentada, no escuchan, ni comprenden lo que significa y representa este clamor de hombres y mujeres, que quieren: servir, producir y hacer de la integración una consigna y para cumplir, hasta los designios de la historia.
2.- Si, es tanta la indiferencia y el desdén, que ni los Embajadores visitan estas regiones aisladas y deprimidas. Y, cuando lo hacen los Ministros o los voceros de las grandes entidades – incluyendo la de los partidos políticos- la ausencia de información y hasta de intenciones, sacuden el ambiente, porque nada generan, nada se altera, ni nada se cambia o se transforma.
3.- Hoy, un ser humano fronterizo y sobretodo si es desempleado, informal y rebuscador de circunstancias –como lo hace algo mas del 70% de la población desajustada e imprecisa en la ocupación y en el hallazgo de esperanzas – es una persona propensa a la atención de emergencia, porque experimenta sensaciones de angustia y en una permanente insolvencia, para cubrir lo elemental, de su precaria existencia.
Sí, cuando se toca – porque hay ansiedad ,necesidades represadas y ansias apremiantes de lograr algo distinto – y nadie abre la puerta, es constatar-hasta la saciedad –que, se necesita una nueva independencia y la irrupción de otros Santander, Bolívar, Nariño, Sucre, así como de esos indómitos chalanes que fueron capaces de ascender hasta las máximas alturas de los Andes, para demostrar en el Pantano de Vargas y el Puente de Boyacá, que había fuerza en el alma y una actitud insobornable, para abrir nuevos caminos.
¿Habrán pensado, quienes hablan de paz, producción y desarrollo, que en la frontera hay una arteria abierta y que si la herida no se atiende, la situación se extenderá por todas partes? ¿Surgirá, la voluntad que se requiere, para-al menos – intentar abrir la puerta?