Publicado en Amor
LAS MANOS de las personas que me presentan son elocuentes para mí aunque no digan palabras.
El contacto con algunas me resulta molesto.
He conocido a personas tan tristes que al estrechar sus fríos dedos me parecía estar dando la mano a una tormenta.
Hay otros que trasmiten rayos de sol a través de sus manos; y el tomar esas manos me alegra el alma.
Helen Keller