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TRIBUTO AL PERRO
A George Graham Vest, senador por Missouri durante la guerra civil (1879 y 1903), se le recuerda màs por un discurso que pronunciò cuando era un joven abogado y representò a un cliente que demandò a su vecino que le matò su perro.
Basado en el tema de la FIDELIDAD, Vest ganò el caso.
A continuciòn transcibimos su cèlebre discurso ante el Jurado:
“Señore del Jurado:
El mejor amigo que el hombre tiene en el mundo puede volverse contra èl y convertirse en su enemigo. El hijo o la hija que ha criado con esmero y amor pueden resultar desagradecidos. Aquellos que se encuentran màs cerca de nosotros y que nos son màs queridos , aquellos a quienes confiamos nuestra felicidad y nuestro buen nombre pueden convertirse en traidores a la fè en ellos depositada. El dinero que un hombre posee puede perderlo. Se le escapa incluso cuando màs lo necesita. La reputaciòn de un hombre puede venirse abajo con una acciòn poco meditada. Las personas dispuestas a arrodillarse ante nosotros cuando tenemos èxito puedan ser las primeras en lanzar la piedra d la malicia cundo el fracaso cierne su nube sobre nuestra cabeza.
El ùnico amigo carente de egoìsmo de que dispone el hombre en este mundo egoìsta, el ùnico que no lo abandona, el ùnico que nunca resulta ser desagradecido ni falso, es su perro. El perro en la prosperidad y en la pobreza, n la salud y en la enfermedad. Dormirà en el frìo en suelo, donde soplan los vientos gèlidos y la nieve con fuerza, por estar al lado d esu amo. Besarà la mano que no le ofrece comida alguna; lamerà las heridas y las llagas que produce el roce con la dureza del mundo. Guarda el sueño de su pobre amo como si fuera un prìncipe. Cuando todos los demàs amigos se van, èl permanece. Cuando las riquezas emprenden e vuelo y la reputaciòn se parte en mil añicos, es tan constante en su amor como el sol en su viaje por el firmamento.
Si el destino convierte al amo en un apestado del mundo, sin amigos ni hogar, el fiel perro no pide mayor privilegio que el acompañarle, de guardarlo siempre al peligro, de luchar contra sus enemigos. Y cuando la ùltima escena sobreviene, y la muerte se lleva a su amo e introducen su cuerpo en la frìa tierra, aunque todos los demàs amigos sigan su camino, allì, junto a su tumba, con la cabeza entre las patas y lo ojos tristes pero abiertos, en alerta espera, fiel incluso ante la muerte.