Publicado en Correspondecia Recibida
La ven camino a hacer una diligencia tipo 9 de la mañana pero, podría ser cualquier otra hora. No va acompañada y pasa de los 40 años. Dicen: ¡la próxima víctima!
Ya no es un centro comercial o cerca de él, su centro de operaciones, ahora eligen una acera poco transitada camino a cualquier centro de oficinas o casa o edificio.
Uno de ellos, aborda a la señora asumiendo que la conoce y efusivamente la saluda. Le dice algo así como:
-”¡Hola, soy fulano de tal, amigo o primo de Zutana”.
La señora (la candidata a inmediata víctima), un tanto sorprendida le contesta:
-”No sé de quién me habla, yo no conozco a esa señora (o señor) que nombra”.
E intenta seguir su camino. El depredador entonces, le bloquea el próximo paso a dar, la ataja fingiendo disculparse por lo que le extiende la mano y le atrapa la suya como para despedirse y disculparse. Le estrecha la mano ganando preciosos segundos para que haga efecto algo que le frotó en su palma de la mano o algo que le hizo inhalar.Ella no acierta a precisarlo.
Son momentos en que se siente en el limbo que no existe. La señora no atina a saber qué le está pasando pero, queda un tanto pasmada, paralizada…
Entonces, el “depredador” comienza a decirle que él es un agente secreto o policía que está averiguando sobre un delito que pasó de falsificación de billetes en la zona a la vez que le pide que muestra la billetera y le entregue los billetes para verificación si son falsos o no. Ella sólo se ve impelida a entregar su dinero y el depredador hace la musaraña que examina el billete (sólo tenía uno de $20 mil).
El depredador le sigue hablando mientras la interroga y también le pide que le entregue los anillos y la cadena que lleva puesta. Ella se despoja de lo que le piden y lo entrega mientras se une a la supuesta animada conversación otro individuo.
Ellos constatan que en la cartera pequeña cartera no tiene más objetos de valor y tampoco tarjetas de crédito o débito. Le preguntan dónde vive y si dispone de más plata. Ella cómo autómata contesta pero no recuerda que dijo. Molestos, los individuos desaparecen y ella al rato empieza a reaccionar y estar más consciente.
Más tarde cuenta la experiencia a sus amigas que sentenciosamente se alegran de qué la cosa no haya pasado a mayores consecuencias. Y le dicen:
-”La sacó bien barata”