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“La evidencia científica es concluyente: las bebidas azucaradas producen daños a la salud independientemente del aumento de peso. Los efectos nocivos por el consumo de estas bebidas incluyen alteraciones metabólicas que se reflejan apenas dos semanas después de iniciar el consumo, y que constituyen un factor de riesgo para desarrollar enfermedades crónicas y finalmente, tener un riesgo mayor de muerte por esta causa.
Los resultados de un estudio clínico encabezado por la Dra. Kimber Stanhope de la Universidad de California Davis, publicados en abril de 2015 en el American Journal of Clinical Nutrition, muestran que las bebidas azucaradas tienen efectos metabólicos adversos a sólo dos semanas de haber iniciado su consumo. La evidencia demuestra que el ingerir bebidas endulzadas con jarabe de maíz de alta fructuosa induce en la sangre un porcentaje mayor de partículas que transportan “colesterol malo” (lipoproteínas de baja densidad; LDL), lo que aumenta el riesgo de padecer ácido úrico, enfermedades cardiovasculares como infarto al miocardio y en consecuencia, un mayor riesgo de muerte. Los resultados se obtuvieron al analizar la sangre de los participantes del estudio quienes tomaron bebidas azucaradas de forma controlada, las cuales aportaron 0%, 10%, 17.5% y 25% más de calorías diarias de la dieta. Estos hallazgos dan soporte, desde un aspecto clínico, a la evidencia obtenida en estudios epidemiológicos en los que se ha encontrado un mayor riesgo de muerte por enfermedades cardiovasculares debido al consumo de bebidas con azúcar añadida.
De acuerdo con otro estudio, publicado en abril 2015 en la revista Pediatric Obesity por la Dra. Alejandra Cantoral del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) y colaboradores, no sólo existe una asociación entre el consumo de bebidas azucaradas y el aumento de peso, también la edad en el inicio del consumo de estas bebidas juega un papel importante. Los resultados se obtuvieron al analizar la información del proyecto Early Life Exposure in Mexico to Environmental Toxicants (ELEMENT), un estudio de seguimiento o cohorte que inició en la ciudad de México en 1997. Según este estudio, a los 2 años todos los participantes ya habían comenzado a consumir bebidas azucaradas, mientas que el 73% inició antes del primer año de vida. Este inicio temprano se asoció con una mayor acumulación de grasa abdominal y obesidad. Asimismo, se encontró que los niños con la mayor ingesta de bebidas azucaradas en el primer año de vida mantuvieron este patrón de consumo en las edades analizadas (de los 8 hasta los 14 años de edad). En otras palabras el hábito de tomar bebidas dulces permanece, lo cual hace más difícil que los niños consuman agua simple potable como fuente principal de hidratación.
En México el consumo de azúcares añadidos se encuentra por encima de las directrices de la Organización Mundial de la Salud, quienes recomiendan que los azúcares añadidos no sobrepasen el 10% del total de energía de la dieta. De acuerdo con estimaciones presentadas por el director del Centro de Investigación en Nutrición y Salud del INSP, Dr. Juan Rivera Dommarco, entre el 66% y 91% de la población obtiene más del 10% del total de las calorías que ingiere a través de azúcares añadidos, siendo las bebidas azucaradas las que aportan el 70% de estos azúcares. Es decir, las bebidas azucaradas con impuesto aportan más de la mitad de los azúcares adicionados a la dieta de los mexicanos (46% de los refrescos carbonatados, 11% de las bebidas azucaradas no carbonatadas y 12% de las leches con azúcar). Antes de la implementación del impuesto en 2014 de $1 peso por litro a estas bebidas, se estimaba que el consumo por persona de refrescos al año era de 163 litros. Dadas las consecuencias a la salud producidas por las bebidas azucaradas, el impuesto constituye una medida del Estado para reducir su consumo y hacer un balance con las llamadas “externalidades negativas”, es decir las fallas en el mercado, al destinar los recursos fiscales para financiar estrategias de prevención de la obesidad. Esta clase de medidas recaudatorias no son nuevas, se aplican a productos como el tabaco y forman parte de una red de estrategias que buscan hacer frente a las enfermedades crónicas y finalmente mejorar la salud de la población.
Según datos preliminares del análisis del patrón de compra de bebidas en hogares realizado por el INSP y la Universidad de Carolina del Norte, a un año de implementado el impuesto, el consumo de las bebidas azucaradas con gravamen ha disminuido. En este sentido, cabe recordar que los efectos del impuesto sobre la salud no son perceptibles a inmediato plazo, sino que éstos se presentan a mediano y largo plazo. A finales de 2013, investigadores del INSP estimaron que un impuesto del 10% podría prevenir entre 400,000 y 630,000 casos de diabetes para el 2030, lo que representaría un ahorro de 3.2 a 25.2 mil millones de pesos por costos directos de atención.”
Fuente:
http://ecoosfera.com/2013/09/el-azucar-es-adictiva-y-la-droga-mas-peligrosa-de-la-historia/