La apatía: un desperdicio

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Publicado en AutoAyuda

Reuna usted a una muchedumbre, y métala en un transbordador.

Descubrirá que cierta proporción de individuos se tomarán la molestia de subir a la cubierta, a ver el paisaje.

Los demás, se quedaran en su camarote, a pensar en lo que harán cuando lleguen a la otra orilla, o quizá a perderse en la apatía o a matar el tiempo fumando.

Pero, dejando a un lado a los apáticos y a los adictos a un solo placer, podemos dividir a todos los pasajeros alerta en dos clases: aquellos que están interesados en cruzar el rio, y aquellos a quienes sólo les interesa la travesía

Max Eastman
 

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