Publicado en Risa - Terapia
“Hay ocasiones en que la mujer debe confiar en su marido.
Por ejemplo…una noche ella llega tarde y silenciosamente se traslada a su alcoba.
Abre la puerta y observa que debajo de la cobija se ven cuatro pies en lugar de dos.
Tranquilamente ella se busca un bate de béisbol o algo parecido y comienza a pegarles tan fuertemente como puede a los cuerpos sobre la cama. Tan pronto termina, va a la cocina y se sienta a saborear una copa de vino. Al entrar la cocina, encuentra a su marido sentado leyendo, quien a su vez saluda a su esposa
con un cariñoso “Hola querida” y luego agrega:
-”Tus padres vinieron a visitarnos este fin de semana y yo les dije que se podían quedar en nuestra cama”