Publicado en Sicología
Por la necesidad de autoestimación es que se debe comenzar. Para resaltar su importancia se debe aceptar que lo que no hagamos por nosotros mismos no lo podrá hacer nunca nadie.
Todo persona tiene habilidades para algo, tiene que desarrollar esas habilidades y también potenciar sus capacidades preparándose mejor cada día, es decir, siendo mejor cada día. Desde muy pequeños y aún antes de nacer, estamos aprendiendo a SER.
Aprendemos de quienes nos crían, de quienes nos rodean, de los mayores, de la forma cómo nuestros padres asimilan las experiencias y de cómo se relacionan. En algunas ocasiones, hay experiencias que nos marcan y en cierta forma, nos permiten desarrollar fuerza y coraje para sobreponernos a otras experiencias, también cuentan las “taras ancestrales” que tienen que ver con la posibilidad de repetir errores de nuestros antepasados, entonces, siempre y en todo lugar, nos vemos enfrentados a una serie de estímulos aparentemente positivos o negativos ante los cuales nuestra respuesta personal es la que cuenta.
Si nos acostumbramos a “llorar por la leche derramada”, si nos da mucho temor en cualquier circunstancia SER 100% valientes y preferimos vivir “descoloridos”, si elegimos hacer el menor esfuerzo antes que lo que es necesario para sentirnos orgullosos de si mismos, si nos conformamos con poco pudiendo con honestidad luchar lo mucho sin ser mediocres, si no tenemos que tener un vigilante para hacer las cosas mejores, si estamos convencidos que sin esfuerzo no hay victoria y orgullo propio, entonces tenemos mucho que hacer por nosotros mismos.
En la medida que progresemos y sepamos más de la vida y de cómo pasarla bien sin dañar a nadie, entonces comenzaremos a creer en nosotros mismos y creceremos en autoestima. Y una persona que se quiere puede estimar a los demás, está libre de envidias o resentimientos porque está ocupada siempre haciendo de este mundo un lugar mejor para todos.
Y siempre sabrá qué es lo que quiere. Es un ganador.
