LA PAZ MERECE NUESTRO MEJOR GESTO DE COMPASIÓN EN ESTA VIDA

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Al igual que un médico que lucha por salvar a alguien que no conoce y hace acopio de sus habilidades y sentido humanitario aun contra poca o ninguna esperanza de vida, uno como persona, ciudadano o cualquiera que sea la ocupación, grupo racial o condición social, debe autoayarse y ayudar a Colombia a superar este bache heredado de 50 años de guerra y de la injusticia e inequidad que se ha generado por la continuación de la misma.
Hace rato en muchas partes del mundo, la humanidad pasó de la supervivencia a una creciente mejor calidad de vida. Todos sin excepción alguna, merecemos tener esa oportunidad. Y los que hoy disfrutan de esa bendición ya sea por méritos propios o heredad, deben convencerse de que es para todos muy beneficioso que la paz permee todos los entornos de Colombia.
Quizá el temor o el egoísmo disfrazado del mismo, provocado por el escándalo o hechos infundados o no por equivocaciones y desesperanza, sean leña al fuego que busca perpetuar odios, resentimientos y privilegios que sólo a unos cuantos satisfacen en su sed insaciable de poder o, fomentan su ceguera para ver que la compasión por los 7 millones de desplazados y los que seguirán presentándose, es lo q motivarnos a dar nuestro apoyo a la paz.
Si, es cierto que la llama del odio, disfrazada de llamado a la justicia, con el apoyo de los medios, temores, escenarios apocalípticos y manipulación de masas a muchos ya les haya formado en sus corazones y mentes, una armadura de hierro en sus sentimientos y emociones. Están lejos y creen que con ello, el fuego no les podrá afectar en lo más mínimo, mientras, seguirá creciendo la cantidad de desplazados, niños y jóvenes que reclutados a favor de uno y poto lado, no importa como se le llame a esos “perros de la guerra”, inocentemente son desplazados en sus sueños y derechos, a condiciones de vida injustas.
Hay que tener compasión por esos seres humanos y colombiano aunque no conozcamos, merecen como todos la oportunidad de vivir en paz y tener la oportunidad de aportar a su patria su fuerza de trabajo a favor de la producción de riquezas para si y todos sus semejantes. Ellos merecen la oportunidad de la paz y todos y cada uno de nosotros, antes que por la manipulación y ceguera de unos cuantos engatusadores, influyendo sobre nuestro libre albedrío, nos empujen a pensar en las apetencias y el rencor de ellos antes que en el bien supremo que es la paz para beneficio de la presente y futuras generaciones nuestras.
Un hijo, un nieto, tus semejantes en el futuro está esperando tu mejor gesto de compasión en la vida de ciudadano y como colombiano: un sólo ¡sí por la paz! Esto es lo que debemos enfrentar hoy si queremos ver para nosotros, nuestros descendientes y Colombia un mejor mañana que ni la guerra, ni el rencor jamás podrá compensarnos.

Hay que pensar y actuar siempre en positivo para cambiar lo que queremos que cambie.

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