La Paz no se abandona

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Publicado en Correspondecia Recibida, Derechos, Mujer, VISIBILIDAD

Hace 71 años nació la Organización de las Naciones Unidas con el propósito fundamental de “preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra”. Tras los horrores y la destrucción de la Segunda Guerra Mundial, los Estados fundadores, entre ellos Colombia, se comprometieron a trabajar para asegurar la paz y seguridad internacionales, los derechos humanos y el desarrollo y progreso de los pueblos.

Desde entonces la ONU ha trabajado de la mano de los Estados miembros para avanzar en estos objetivos. En esta tarea hemos tenido grandes logros en la codificación del derecho internacional, el desarrollo normativo en materia de derechos humanos, el apoyo a procesos de negociación e implementación de acuerdos de paz, en la asistencia humanitaria a víctimas de conflictos y desastres naturales, en operaciones de mantenimiento de la paz, y en la promoción de ambiciosas agendas de desarrollo -incluyendo los Objetivos de Desarrollo Sostenible-, entre otros. Esto ha hecho la diferencia para millones de personas. Pero, asimismo, hemos tenido frustraciones y derrotas y, no sólo como Organización sino como humanidad entera, en sitios como Ruanda, Sbrenica o Siria.

En esta larga historia con altos y bajos, Naciones Unidas ha intentado ser una luz de esperanza para las poblaciones más afectadas por los conflictos armados, la violencia generalizada, los desastres naturales, la pobreza e inequidad y las crisis de gobernabilidad. En suma, representando los sueños y aspiraciones que unen a la familia de naciones y pueblos, erigiéndose en plataforma ética de valores universalmente compartidos.

En Colombia, la presencia de las Agencias, Fondos y Programas de Naciones Unidas se remonta a 1950. Esto quiere decir que hemos acompañado a las y los colombianos en toda la historia del conflicto; vimos sus orígenes y esperamos ver su final.

Hoy estamos presentes en 24 de los 32 departamentos, en los que hemos apoyado, apoyamos y continuaremos apoyando las iniciativas de construcción de paz y desarrollo de las y los colombianos, que son la razón de ser de nuestra Organización. Hoy creemos con firmeza que la paz está más cerca que hace cuatro años y que Colombia puede ser un referente para muchos pueblos del mundo que hoy viven la pesadilla de la guerra y la destrucción.

Pero la paz no es sólo la firma de un acuerdo o su refrendación. Es mucho más que esto.

La paz no es sólo el silencio de las armas. Aunque ya esto es una gran ganancia que se debe preservar. De allí la importancia del compromiso del Gobierno y de las FARC para mantener el cese al fuego bilateral y definitivo y la importancia de que todos los sectores políticos respalden y apoyen este compromiso y camino de paz.

Ojalá el proceso de paz con el ELN, que iniciará en los próximos días, se traduzca también rápidamente en medidas de construcción de confianza y medidas humanitarias que protejan la vida y los derechos de las comunidades mientras se logra poner fin al conflicto armado. El primer ladrillo en la construcción de la paz debe ser la protección de la vida y los derechos de todos.

Pero edificar una paz sostenible y duradera requiere también, entre otras cosas, una presencia efectiva del Estado en todos los territorios; cerrar brechas históricas de pobreza e inequidad; conectar a las zonas y comunidades más alejadas y más afectadas por años de conflicto; reconocer, dignificar y reparar a todas las víctimas; y permitir que todas y todos los colombianos, independientemente de su sexo, etnia, condición social o creencias religiosas, se beneficien del progreso del país.

En síntesis, para nosotros la paz es un horizonte de transformación. Una transformación que exige que la guerra y la violencia nunca más sean opciones de vida. Una transformación para (re)construir la confianza de la población en el Estado y la confianza entre los diferentes sectores de la población. Una transformación para lograr un gran consenso, un proyecto nacional a favor de la reconciliación y la convivencia pacífica.

Por esto celebramos la disposición que han mostrado todos los actores políticos para encontrar caminos que permitan que la gran mayoría de las y los colombianos crean que los acuerdos de paz a los que se llegue son la mejor opción para poner fin a medio siglo de violencia y se comprometa con su implementación.

Quiero aprovechar la conmemoración del Día de la ONU para reafirmar nuestro compromiso con la búsqueda de la paz en Colombia, convencidos que este es el momento para estar más cerca de las comunidades más golpeadas por la guerra. Como lo dijo el Secretario General, estamos “firmemente convencidos de que la paz aún puede lograrse”.

Por eso continuaremos trabajando junto a las instituciones colombianas y, a las y los colombianos de todos los sectores, en su anhelo común de hacer Colombia un país mejor en el hoy y en el porvenir. Por ello, ¡La paz no se abandona!

*Coordinador Residente y Humanitario de las Naciones Unidas en Colombia

Martín Santiago Herrero* | Elespectador.com

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