Publicado en Risa - Terapia
El sacerdote desde el púlpito, sentenciosamente preguntó:
- ¿Levanten la mano aquellos que no tienen enemigos?
La casi totalidad de los fieles levantó la mano.viejecita.
- Señora Josefa… ¿No está dispuesta a perdonar a sus enemigos?
Sólo una dama muy entrada en años, sobresalía por mantenerse firme en no habber levantado la mano. A la insistencia del cura, le respondió:
- Yo no tengo enemigos, respondió dulcemente.
- Pero señora, eso es muy difícil de aceptar. ¿Cuántos años tiene usted?
- 95 años respondió.
Toda la feligresía al unísono y jubilosa aplaudió a la viejecita.
- El cura entusiasmado, bajó del púlpito y despúes de hacerle la siguiente pregunta ¿cómo llegó a los 95 años de edad sin tener enemigos?, le acercó el micrófono para que diera fiel testimonio de su ejemplar declaración:
Sin tanto misterio en medio de la esperada revelación de su secreto, alzó la voz para decir a la la congregación:
- ¡Porque ya se murieron todos esos hijuemichicas!