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La concepción de la enfermedad en los jóvenes
Un alto porcentaje de los jóvenes prefieren ignorar la enfermedad y sus consecuencias hasta el extremo de proponerse y aceptarse a si mismos que en caso de presentarse ya los avances de la ciencia médica tienen la solución “perfecta”.
Con base en lo anterior, imaginan con cierto grado de confianza y tranquilidad que si tienen la necesidad de reemplazar una pierna o un órgano, los grandes avances le permitirán la dichosa oportunidad de tener una de reemplazo para ganar los 100 metros planos o disponer de un “ojo biónico” con mayores propiedades que tiene con los que nació.
Ya la publicidad a través de la televisión les dice que cualquier dolor tiene su alivio, que para todo hay un suplemento en cápsulas u como bebida energizante o adelgazante o embellecedor, etc.., que por mucho menos que educación nutricional le va a facilitar la salud física y mental que quiere mantener por siempre.
Cuando se es joven, “el cuerpo lo resiste todo”, hasta permitirse violar leyes físicas y químicas, de tal manera que mediante la combinación inadecuada de alimentos así como la adopción antinatural de hábitos de vida, traen con el paso inexorable del tiempo consecuencias gravosas en el bolsillo y en la calidad de vida 10, 20 o 30 años. Claro está, que cuando se es joven, esa cantidad de años se ve muy lejos y para entonces ya se habrá inventado la solución por que la ciencia avanza siempre. Lo que sí ignoran los jóvenes es que aunque la ciencia está integrada de buenos científicos, para muchas empresas la salud es un negocio y lo que más les interesa o conviene al negocio de muchas empresas que están allí es sólo aliviar, no curar. Ignoran que ellos son clientes y no personas que tienen derecho a la salud.
Entonces, el mercado del consumo, a través de los medios de comunicación, le presenta al joven una gran cantidad de productos que destruyen o afectan su salud y en ellos van ingredientes que le son dañinos pero que los integran al bien de consumo bien sea porque necesitan que se conserve a través del tiempo o las distintas temperaturas, o les agregan drogas aditivas como el azúcar o la sal, o el bensoato de sodio, etc., con el fin de volverlos adictos a las bebidas azucaradas o a los dulces, golosinas, las frituras, etc. Y este acondicionamiento se da desde pequeño hasta el punto que la cuestión deja de ser cuestión de ser o no ser.
Y lo preocupante es que esa falta de cultura de salud se da a todo nivel, por ejemplo, he visto como un cardiólogo atiende a sus pacientes con su Coca Cola al lado, como un deportista promueve unas papas fritas por T.V. o una bebida energizante. La inconsciencia penetra todas las esferas así como el Lobby de esas empresas cuando se trata de terminar patrocinando asociaciones que tengan que ver con el deporte y el espectáculo entre otras entidades de beneficio social. En realidad los idiotas útiles abundan pero “buen caballero es don dinero”.
Hace un tiempo, escuche a un ministro de las Tics (Tecnologías de la comunicación) como tantos otros ministros y funcionarios que pasan por un puesto oficial para terminar otra vez donde vino, decía que con cierto desparpajo que era un “mito” el efecto que sobre las personas tenían las ondas electromagnéticas. Esa temeraria aseveración me hizo escribirle quizá también motivado por la “política de puertas abiertas” que decía manejar. Unas semanas después, recibí una respuesta a mis reparos respecto a tan temeraria aseveración del Ministro, arguyendo que no hay estudios concluyentes o mejor dicho: “No está comprobado científicamente”, que las ondas electromagnéticas de las antenas con las que están sembrando barrios para dar paso a las comunicaciones y “al avance” de la ciencia y el desarrollo, perjudiquen la salud mental o física de la gente.
Un amigo, Tito me hizo caer en cuenta que “lo único que está comprobado científicamente es que esas entidades o instituciones científicas se han equivocado ya muchas veces”. Y la prueba está en que muchos productos que han sido considerados inocuos para la salud, han terminado mucho después siendo retirados del mercado de manera abrupta porque ya el So lno se puede tapar con las manos. Es más, hoy en día hay productos retirados del mercado de los países “avanzados” pero aún se siguen vendiendo en los mercados de los “países en vías del subdesarrollo”.
Pero sigamos con lo queríamos manifestar a los jóvenes que por razones de su propia juventud (yo también lo fui y aún lo soy aunque no desde el punto de vista cronológico), no logran atisbar que lo que se trata es de unos señores que les interesa vender así sea dañino lo que presentan como dulce al paladar o como una instantánea lata de espinacas que le da las fuerza de Popeye o una mágica poción transformada en una cápsula que le quita el dolor en un santiamén, en fín, ignora que lo que esas empresas lo que quieren es que se olviden de lo natural y que sólo lo transformado, envasado ,embutido, procesado, pasteurizado, etc., por ellas es lo “natural y bueno”.
Afortunadamente hoy la internet permite investigar sobre los ingredientes, riesgos y aprender de las experiencias de los demás. Entonces , usted si tiene las herramientas a través de su buscador de encontrar respuestas sobre lo bueno, lo malo de muchos productos, ¡consulte antes de engullir o pasar entero!
Para decirlo en términos de usted que es joven ¿Acaso cree que lo de la película Matriz, no se puede estar dando en cierta medida en lo que usted está condicionado (programado) a ser, hacer, tener y compartir?