Publicado en Armonía, AutoAyuda, Esoterismo, La Meditación, La Pareja, Relación con los demas
No esperes a que los demás te pidan perdón.
Recuerda: lo que no hagas por ti mismo, no lo hará nadie y nadie es nadie así lo quieran ellos.
Por muy grave o delicada que sea la nueva situación generada sobre tu vida o la de alguien de tu entorno que quieras mucho, hay que examinar las cosas desde otro punto de vista diferente al que sólo se deriva de la responsabilidad que puede tener quien causó eso que te hace difícil el perdonar.
Toda causa trae un efecto pero el determinar la verdadera causa sólo viendo la acción que perjudicó o dañó o nos afectó, no es suficiente. Hay cosas que no se “cocinan de la noche a la mañana”. Pero, sobre eso hay que hablar en otra ocasión.
De lo que ahora nos ocuparemos es sobre cuál puede ser lo más aconsejable encaso de que se anide aun en nosotros la dificultad que tenemos para perdonar y lo que ello nos puede causar si insistimos o nos quedamos estancados en la rabia, el resentimiento, el juzgar y condenar quizá a la ligera o con “cierta” razón.
La idea central es concretarnos o ponernos en el punto de la solución.
a) Empecemos que antes de mantener en la mente a la otra persona, es decir, a la que creemos que debemos perdonar. Debemos por tanto, controlar nuestra mente y hacer a un lado la información que ella a diario o cuando pensemos en el daño o los que nos ha afectado. Ignoremos lo que la mente quiere que sintamos, seamos, hagamos o queramos mantener como agua estancada.
b) Centrémonos en nuestros sentimientos, en lo que nuestro corazón y nuestro espíritu nos quiere comunicar. Centremos en qué parte del cuerpo es que se centra el dolor o se hace sentir esa rabia. Si se tiene una enfermedad por ejemplo, centremos sobre la parte del cuerpo donde se manifiesta esa enfermedad. Una persona puede aparentemente estar enferma y no saberlo aún o simplemente puede estar generando una con la forma de dejarse afectar por un acontecimiento. Entonces ha llegado la hora de “tomar los cachos”. No dedicarse a llenarse de razones para seguir odiando o dejarse influenciar para no buscar la solución. Lo que pasó ya pasó y no se puede cambiar, pero eso sí, si se puede cambiar nuestra actitud rabiosa con respecto al presente y el futuro.
c) ¿Y qué se quiere decir cuándo se menciona que “hay que tomar el toro por los cachos”?
Ello se significa que primero y último, uno se tiene que concentrar en uno mismo y nadie y nada más. Quiere decir, que uno debe empezar y terminar perdonando primero y siempre a sí mismo. Perdonarse por sentir esa rabia que lo desestabiliza, le atrae la enfermedad y el desasosiego, el rencor o el resentimiento el reconcomio. Hay que mirar la parte que se afecta, concentrarse en ella, visualizarla luego de cerrar los ojos por unos minutos y sentirse que uno mismo se está perdonando. No hay que dejarse invadir por ningún tipo de pensamientos, aquí en este ejercicio todo lo que salga de la mente no tiene cabida. Si uno con el espíritu se perdona, uno se cura de verdad, uno evoluciona, progresa y cumple para con lo que vino: a ser feliz. En este contexto es en el que hay que sentir y vivir. Actuando de esta manera uno mismo “no se echa a pique la vida”. Eso es actuar inteligentemente desde el punto de vista espiritual porque lo que genera primero el perdonarse uno mismo por la rabia u odio que siente, es la cura de uno mismo y luego de bola la justicia y la verdad en todo lo de afuera sin tener uno mismo sentirse obligado a ser de policía, acusador, juez y parte. Además hay hábitos, maneras de pensar que sin saber debemos reprogramar….
CONCLUSIÓN
Recuerde que debemos centrarnos primero que todo en perdonarnos primero a nosotros mismos para mejorar nuestro propio entorno y nuestro propio cuerpo, mente y espíritu, y por ende, nuestro presente y futuro.