“Jesucristo, único maestro y predicador de la verdad eterna, tú que te fijaste en Pedro y Pablo y los convertiste en pescadores de almas y en arquitectos espirituales de tu Iglesia, no nos abandones a nuestra suerte, no dejes de enseñarnos tu doctrina; protege pueblo creyente que te ama y te tiene siempre presente.
Amén.”