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“…Durante gran parte del siglo XX, los Países Bajos fueron el mayor productor de flores del mundo. Actualmente, aunque siguen a la cabeza con una cuota de mercado del 10 por ciento aproximadamente, otros países están ganando terreno. Un tercio de las flores que se venden en Europa, por ejemplo, provienen de Kenia. La mayoría van a Alemania y Gran Bretaña. Después de Colombia, Kenia es el tercer mayor productor de flores del mundo y el más importante de África.
San Valentín y el Día de la Madre son las temporadas del año más importantes para la industria de flores en Kenia. El 30% de las ventas tienen lugar durante este período. No obstante, las flores también son un gran negocio durante el resto del año, según Jane Ngige, presidenta del Consejo de la Flor de Kenia.
“Es una industria que genera alrededor del 1,3% del PIB de Kenia”, explica Ngige. “Emplea a cerca de 100.000 personas directamente y a otras 500.000 indirectamente, y tiene un impacto en la vida de unos dos millones de personas en Kenia”.
¿Una rosa ética y respetuosa con el medio ambiente?
El cultivo, la recogida, el embalaje y el transporte de rosas, y otras flores, es una operación que se realiza con precisión militar. El proceso de producción, que dura de ocho a doce semanas, carece de todo tipo de romanticismo y está profundamente marcado por el capitalismo – al igual que el Día de San Valentín, como dirían algunos cínicos.
Las rosas deben florecer exactamente en el momento adecuado y ser enviadas al extranjero, antes de que sobrepasen su cenit. La cercanía de Naivasha a la capital de Kenia, Nairobi, y sus buenas conexiones con Europa, lo convierten en un lugar técnicamente ideal para el transporte y comercio internacional de flores. Además, el cálido clima asegura que países como Kenia, Etiopía y Ecuador puedan producir flores de la misma calidad durante todo el año.
Sin embargo, el cultivo y el envío de flores tiene un gran coste, tanto económico como medioambiental. Y las grandes cantidades de agua que se necesitan, así como los pesticidas que se usan, son una carga para el lago Naivasha.
El agua se desvía hasta los invernaderos de las granjas, reduciendo el nivel hídrico del lago. Asimismo, a menudo, los productos químicos que se emplean para el cultivo se bombean directamente hasta el lago. “La presión sobre el lago por el crecimiento demográfico, la deforestación, la agricultura agresiva y el cambio climático, junto con la mala gestión de los recursos, conducen a una escasez y degradación de las tierras y del agua”, explica Julia Karlysheva, de la organización para la consolidación de la paz International Alert. “Eso, a veces, conduce a conflictos que son exacerbados por la pobreza, la desigualdad y la tensión étnica”, añade.
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Fuente: dw.com