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“Mariana* llegó de Panamá el 21 de diciembre pasado. Por razones de trabajo debe viajar muy frecuentemente al exterior y está muy familiarizada con las rutinas de los controles para entrar y salir del país. Por eso, ese día algo le llamó la atención cuando se acercó a la ventanilla de inmigración del DAS en el aeropuerto El Dorado de Bogotá. “El funcionario fue excepcionalmente amable y muy conversador. Me hizo preguntas que nunca me habían hecho en inmigración y, a pesar de que había muchas personas en la fila, se puso a charlarme de temas irrelevantes”, dijo Mariana a SEMANA. Entre el cansancio del viaje, el afán por recoger su equipaje y la ansiedad por llegar a su casa, la joven mujer guardó su pasaporte y salió del terminal. Al llegar a su hogar, como siempre lo hace después de un viaje, guardó su pasaporte en su caja de seguridad. Un par de días después empezó su drama.