Padre, papá, papi,…

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Publicado en Familia, Los Hijos

“Hasta hace cosa de un siglo, los hijos acataban el cuarto mandamiento como si no fuera dictamen de Dios sino reglamento de la Federación de Fútbol. Imperaban normas estrictas de educación: nadie se sentaba a la mesa antes que el padre; nadie hablaba sin permiso del padre; nadie se levantaba si el padre no se había levantado; nadie repetía almuerzo, porque el padre solía dar buena cuenta de las bandejas: por algo era el padre…

La madre ha constituido siempre el eje sentimental de la casa, pero el padre era la autoridad suprema. Cuando el padre miraba fijamente a la hija, esta abandonaba al novio, volvía a vestir falda larga y se metía de monja. A una orden suya, los hijos varones cortaban leña, alzaban bultos o se hacían matar en la guerra.

- Padre: ¿quiere usted que cargue las piedras en el carro y le dé de beber al buey?

¡Qué berraquera era el padre!

Todo empezó a cambiar hace unas siete décadas, cuando el padre dejó de ser el padre y se convirtió en el papá. El mero sustantivo era una derrota. Padre es palabra sólida, rocosa; papá es apelativo para oso de felpa o perro faldero. Demasiada confiancita. Además -segunda derrota- “papá” es una invitación al infame tuteo. Con el uso de “papá” el hijo se sintió autorizado para protestar, cosa que nunca había ocurrido cuando el padre era el padre:

- ¡Pero, papá, me parece el colmo que no me prestes el carro…!

A diferencia del padre, el papá era tolerante. Permitía al hijo que fumara en su presencia, en vez de arrancarle de una bofetada el cigarrillo y media jeta, como hacía el padre en circunstancias parecidas. Los hijos empezaron a llevar amigos a casa y a organizar bailoteos y bebetas, mientras papá y mamá se desvelaban y comentaban:

- Bueno, tranquiliza saber que están tomándose unos traguitos en casa y no en quién sabe dónde.

El papá marcó un acercamiento generacional muy importante, algo que el padre desaconsejaba por completo. Los hijos empezaron a comer en la sala mirando el televisor, mientras papá y mamá lo hacían solos en la mesa. Y a coger el teléfono sin permiso, y a sustraer billetes de la cartera de papá, y a usar sus mejores camisas. La hija, a salir con pretendientes sin chaperón y a exigirle al papá que no hiciera mala cara al insoportable novio y en vez de “señor González”, como habría hecho el padre, lo llamara “Tato”.

Papá seguía siendo la autoridad de la casa, pero bastante maltrecha. Nada comparable a la figura procera del padre. Era, en fin, un tipo querido, de lavar y planchar, a quien acudir en busca de consejo o plata prestada.

Y entonces vino papi. Papi es invento reciente, de los últimos 20 o 30 años. Descendiente menguado y raquítico de padre y de papá, ya ni siquiera se le consulta o se le solicita, sino que se le notifica.

- Papi, me llevo el carro, dame para gasolina…

A papi lo sacan de todo. Le ordenan que se vaya a cine con mami cuando los niños tienen fiesta y que entren en silencio por la puerta de atrás. Tiene prohibido preguntar a la nena quién es ese tipo despeinado que desayuna descalzo en la cocina. A papi le quitan todo: la tarjeta de crédito, la ropa, el turno para ducharse, la rasuradora eléctrica, el computador, las llaves… Lo tutean, pero siempre en plan de regaño:

- Tú sí eres la embarrada, ¿no papi?

- ¡Papi, no me vuelvas a llamar “chiquita” delante de Jonathan!

Aquel respeto que inspiraba padre, con papá se transformó en confiancita y se ha vuelto franco abuso con papi:

- Oye, papi, me estás dejando acabar el whisky, marica…

No sé qué seguirá de papi hacia abajo. Supongo que la esclavitud o el destierro. Yo estoy aterrado porque, después de haber sido nieto de padre, hijo de papá y papi de hijos, mis nietas han empezado a llamarme “PA”"

 

 

Comentarios (2)

Este artículo es un caso de lo que se conoce en lógica como falacia de la falsa causa, la cual consiste en asumir que la causa de un hecho es el suceso inmediatamente anterior.
Por favor sea un poco más racional y analice mejor las cosas.

Francamente este es un artículo terriblemente parcializado por una opinión intensamente machista y por eso desearía que no fuera más que un chiste. Es un error asociar el nacimiento de una paternidad más humana con lo que es visto como desagradable en las nuevas generaciones. Pero en fin, hay que aceptar que nos encontramos en una sociedad que se caracteriza por su primitiva mentalidad y por eso la antropología ha dicho ya que jamás hemos sido modernos, pero también hay que asumir que podemos ser el cambio.

“En el cielo, directamente después de Dios, viene un papá” Quizá entre otros, Wolfgang Amadeus Mozart. (Es pertinente mencionar que Mozart vivió en el siglo XVIII)

Recomiendo a todos los lectores ver este video del reconocido antropólogo colombiano Fabián Sanabria: http://www.youtube.com/watch?v=lLCqB2MYhG4

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