Poniendo la reja después que los ladrones me visitaron

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Publicado en Correspondecia Recibida

Salí a las seis y media a hacer ejercicio al parque y pasear al perro. Minutos antes, mi hija había salido antes rumbo a la universidad.
Cerré la puerta pero no tuve la precaución de introducir la llave para pasar doble cerrojo. Quedaron dentro de la casa mi esposo y mi hijo en sendos y cerrados cuartos durmiendo.

Cuando volví, algo extraño me pareció ver una puerta pequeña de un armario que está en el garaje de entrada algo forzada pero no abierta y también una puerta que da paso a una sala por lo que ambas abrí pero noté que no faltaba nada. Sin embargo, pregunté a mi esposo sobre si alguien había estado tratando de abrirlas pero no me dijo que no sabía nada al respecto.

A eso de las 2 p.m. (p.m. quiere decir poco más o menos), llegó mi hija, me dijo –Bendición mamita y entró a su cuarto. Al verlo ya ordenado y no ver su portátil en donde lo había dejado, bajó al segundo piso y preguntó por él. Al comprobar que nadie sabía al respecto y no estaba en ninguno de los sitios de la casa de tres pisos llegamos a una obvia conclusión: ¡Nos robaron!

Pusimos la denuncia en la fiscalía. Al regresar y averiguar entre vecinos, una señora desde su ventana nos dio que entre las seis y media y siete de la mañana ella , desde su ventana de un segundo piso había visto a cuatro ciclistas que habían llegado a la esquina (nuestra casa es esquinera); uno de ellos tapó con su cuerpo la entrada pero luego entró, dos se quedaron en los andenes a uno y otro lado de la esquina y un cuarto ciclista cerca de la puerta haciendo que esperaba al otro que había entrado. Este ladrón tenía terciada una mochila de tela y paseó por toda la casa sin que mi esposo y mi hijo lo notaran.

El ladrón de la mochila y la bicicleta, no intento entrar en las alcobas que estaban cerradas en el tercer piso donde dormían mi hijo y mi esposo. Pero, si entró a la única cuya puerta encontró abierta que fue la de mi hija y encontró el H.P. Pavillon que les habíamos antes de iniciar el segundo semestre de este año (con sacrificio o no, había que comprárselo).

Pero siguiendo con los ladrones de bicicleta, me llegó la hora de no hacer tan largo el relato y de buscar hacer de esta experiencia negativa algo constructivo no sólo para mí sino también para la comunidad en cuanto a cómo prevenir un eventual robo. Yo vivo al noroccidente de Bogotá, Villa Sagrario, Sector Álamos Norte y al parecer la “oleada” de robos está azotando este lugar de Bogotá.
Supe que a un vecino cuando había salido para el trabajo a las siete dela mañana y tuvo que regresarse por algo que se le había quedado, se encontró con la sorpresa de ver una persona abriendo su puerta apresuradamente. A otro vecino de un tercer piso enfrente donde vivo, un domingo que temprano salió de paseo temprano en la mañana con la familia, al regresar por la tarde se encontró con que le habían trasteado su lavadora, equipo de sonido, televisor y otros electrodomésticos para otro lugar que no sabría jamás. Otro vecino que a eso de las 11 a.m. vió un camioncito estacionado frente al edificio recibiendo el menaje doméstico creyó el asunto normal. A otro vecino que tiene una pequeña papelería, a pleno día lo asaltaron también. Estoy casi segura que hay más casos pero, como no soy chismosa o no tengo tiempo para más, le dejo al DANE las estadísticas.

Suele decirse con gran acierto, que “uno pone la reja después que los ladrones lo han robado” y con vergüenza debo aceptar que es así. Por lo pronto, cuando salga, me cercioraré si hay personas extrañas cerca al sitio donde vivo. Creo que esos pícaros hacen “inteligencia” como dicen “las detectives de Víctor” pues al parecer son muy efectivos ya que no sé si son los mismos en cada caso, y al parecer, aún no los han apresado.

También cerraré con doble cerrojo la puerta aunque sea para ir a la panadería que está cerquita. Y reactivaré la alarma que tenía instalada y que se dañaba cada tres meses una vez que había pasado la garantía.

Mis hijos me propusieron que averiguáramos en las prenderías que suelen llamar “retroventas” por el computador. Deseñé la idea por el universo que hay de ellas pero si me pasó la idea por la cabeza de sugerir a las autoridades que deberían exigírseles que toda mercancía que estuviera allí debería tener el respaldo de una factura o fotocopia de la misma.

En la cuadra había un celador y éramos de los pocos vecinos que contribuíamos con el pago semanal. Nos desanimamos cuando unas letras de cobre que estaban a unos tres metros del piso que señalaban la dirección iban desapareciendo una a una. El celador cobraba pero atendía con mayor acuciosidad la otra cuadra en donde los vecinos si le cumplían. Eso si, el celador nos reparó con unas letras y números de acrílico.

Cuando nos pasamos a este bello lugar, muchas casa del barrio tenían sirena para que cuando algún vecino se viera en problemas pudiera activarlas. Creo que las instalaciones aún existen pero al parecer como toda campaña de seguridad :”no tiene permanencia.”

Como lo dijeantes, puse el denuncio en la Fiscalía para ingresar a las estadísticas y espero que ahora dadas las circunstancias mi hija espere que el niño Dios se manifieste con otro computador portátil.
 

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