Las bases de un matrimonio feliz

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Publicado en La Pareja

1) Para saber

Hace unos días el santo Padre Benedicto XVI se dirigía a los novios, invitándolos afrontar los retos de nuestro tiempo: una cultura que no tiene claros criterios morales y lleva a vivir de forma egoísta; un relativismo que oculta los valores esenciales y le da más importancia al presente, a las sensaciones, emociones y estados de ánimo que al ideal de compartir un proyecto de vida; una exaltación exagerada del cuerpo, en que se banaliza la sexualidad y lleva a vivirla fuera de una comunión de vida y de amor.

Para resistir esos embates es preciso permanecer firmes en la fe, sintiéndose siempre amados y custodiados por el amor de Dios, que es nuestra fuerza. Además, “también la Iglesia está cerca de vosotros y os apoya. Ella sabe que tenéis sed de valores, los verdaderos: el valor de la fe, de la persona, de la familia, de la justicia. Educaos, por tanto, desde ahora a la libertad de la fidelidad y la indisolubilidad, dones que deben desearse, pedirse y vivirse. Quemar etapas acaba por “quemar” el amor. Se necesita respetar los tiempos y la gradualidad en las expresiones; es preciso dar espacio a Cristo, que es capaz de hacer un amor humano fiel, indisoluble y abierto a la transmisión de la vida que son los pilares de toda familia.

• 2) Para pensar

Se cuenta que en cierta ocasión, durante una elegante recepción de bienvenida al nuevo Director de una importante compañía, le preguntaron a la esposa del festejado: “Tu esposo, ¿te hace feliz?”

El esposo, que estaba cerca, estaba seguro que su esposa diría que sí. Sin embargo, para sorpresa suya y de los demás, la esposa respondió con un rotundo: “No, no me hace feliz”.

En la sala se hizo un incómodo silencio. El marido estaba petrificado. No podía creer lo que su esposa decía.

Ante el asombro de todos, ella continuó: “No, él no me hace feliz. ¡Yo soy feliz! Ser feliz o no, no depende de él, sino de mí. Si mi felicidad dependiera de otra persona o de circunstancias, estaría en serios problemas ya que pueden cambiar: las personas, las riquezas, mi cuerpo, el clima, etc. Las “circunstancias” acompañan, pero la felicidad siempre se apoyará en el verdadero perdón y en el amor, a sí mismo y a los demás… Y eso yo lo decido. Si los dos nos amamos y nos perdonamos podemos enfrentar todo, y los cambios serán sólo “circunstancias” que nos enriquecen.

 

Hay gente que dice: No puedo ser feliz porque estoy enfermo, porque no tengo dinero, porque hace calor, porque me insultaron, porque alguien ha dejado de amarme o no me valoró… y un largo etcétera. Pero lo que, muchos, no saben, es que se puede ser feliz aunque… estés enfermo, aunque haga calor, no tengas dinero, te hayan insultado, o alguien no te haya amado o valorado.

Ser feliz es una actitud ante la vida para amar y eso ¡cada uno lo decide!

• 3) Para vivir

Por último, el Papa decía a los novios: “os encontráis viviendo una etapa única… que hace descubrir la belleza de existir y de ser preciosos para alguien, de poderos decir recíprocamente: tú eres importante para mí… ¡No renunciéis a perseguir un ideal alto de amor! Pero el amor requiere de maduración: es preciso llegar a “querer el bien” del otro. El amor vive de gratuidad, de sacrificio de sí, de perdón y de respeto del otro”. Así logra cada uno ser feliz.

Pbro. José Martínez Colín

 

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